Editorial

Los Estados Unidos y el golpe contra Dilma

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Las decisiones tomadas tras bastidores por los círculos de poder o establishment de los Estados Unidos para influir en los cambios políticos y económicos de América Latina y el mundo son el más claro reflejo de que los imperios y las superpotencias, sin ninguna excepción, hacen lo que tienen que hacer (invaden, saquean, destruyen, torturan y derrocan gobiernos) para mantener su dominio y control sobre los países ricos y pobres de todas partes del mundo.

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Al momento de producirse el golpe de Estado (juicio o impeachment) contra la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, recordamos aquellos años cuando a finales de  la década del 70, periodo efervescente de la guerra fría, cuando la juventud comprometida de la época, imbuidos en los afanes políticos y cargados de utopías revolucionarias, veíamos y analizábamos la famosa película “Las Garras del Poder”, donde se presentaba de forma cruda y sin rodeos el Golpe de Estado de Enrique Peralta en Guatemala, la invasión de “Bahía de Cochino” o “Playa Girón” en Cuba, la conspiración de la muerte de los Kennedy, el apresamiento y muerte del Che Guevara en Bolivia, el asesinato del líder marroquí Mehdi Ben Barka, así como las imágenes desgarradoras de torturas, violaciones y mutilaciones horribles llevadas a cabo por la CIA a través de sus tentáculos internacionales. También se presentaban en la cinta cinematográfica las actividades de los movimientos anarquistas italianos, el golpe de Estado contra Salvador Allende y el apoyo total de la CIA a Pinochet, entre otras historias más de muy triste recuerdo.

Sabido es que para los EE.UU. los gobiernos de Lula y Dilma no han sido de su agrado. Como tampoco lo son los gobiernos de Venezuela, Ecuador y Bolivia, entre otros. La política internacional del Pentágono es clara y precisa, sus intereses están por encima de toda lógica particular de los pueblos y países del mundo. Su lógica imperial es la única que vale y la imponen por sobre todas las cosas. Lo ocurrido en Brasil es una burla, además de una violación a los derechos democráticos de los más de 54  millones de ciudadanos que acudieron a las urnas a votar a favor de Dilma Rousseff. Un grupo de facinerosos encumbrados, amparados en legalidades que permite el  sistema tomaron decisiones en contra de todo un pueblo, para así favorecer intereses nacionales e internacionales no santos, no claros, no transparentes, pero sobre todo antidemocráticos.

Los gobiernos de Lula y Dilma han sacado más de 30 millones de personas de la pobreza y los elevaron a la condición de clase media. Ningún expediente de corrupción o enriquecimiento ilícito se pudo levantar contra la presidente Dilma. Pero algo había que hacer para sacarla del poder a como diera lugar. Los gorilas brasileiros desde sus curules saben perfectamente que ya los golpes de Estado militares no están de moda y que una acción de esa magnitud tendría el rechazo total de la comunidad internacional de inmediato, es por eso que los sectores retardatarios de Brasil optaron por este método legal para desconocer la voluntad popular del pueblo brasileño. Su golpe institucional se ha logrado, y lo han hecho amparados en las leyes y la Constitución de aquel país, sin embargo, los pobres de Brasil nada bueno deben esperar de esta hazaña golpista registrada bajo el nombre de “juicio político”.

Michel Temer  es el presidente actual de Brasil. Así como lo ven, sentado allí como un títere movido por los hilos del poder económico y político ultraconservador de Brasil. colocado en el cargo en un proceso que se concluyó en el senado federal, siguiendo las normas impuestas por el Supremo Tribunal Federal (STF), máximo órgano del Poder Judicial. La vía fue un proceso que duró 111 días y que se dio participación a 40 testigos de cada lado. Pero para que el mundo sepa de lo se trata esta fantochería de marras y códigos legales traídos por los cabellos, el actual presidente de Brasil sentado allí por sus amos locales y estadounidenses tiene acusaciones pendientes de corrupción y sobornos millonarios, mientras que la expresidenta Dilma, apenas se le acusa de manejos incorrectos del ajedrez económico en su gestión, dicen ellos que se trata de una violación a “Ley de Responsabilidad Fiscal y Ley Presupuestaria”, cosa que casi todos los gobiernos del mundo ejecutan a discreción en determinados momentos y según sus circunstancias. Así son las cosas.

Por: Jesús Belén de la Cruz

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