Editorial

Hillary y Trump: entre Guatemala y Guatepeor

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El refranero popular universal de cuando en vez nos ilustra con términos, frases y palabras que, de momento, y sin contar con la culta aprobación de la Real Academia de la Lengua, nos define situaciones y procesos que tal vez con palabras rebuscadas y registradas bajo el rigor de expertos en la materia no tendrían la misma connotación; ejemplo: “escoger entre Guatemala y Guatepeor”.

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Con esta frase peculiar, de muy buen uso en varios países de América Latina y el Caribe, queremos expresar lo que para nosotros los dominicanos significa la difícil decisión de escoger entre la Estadista Hillary Clinton y el magnate empresario Donald Trump. Independiente del debate acontecido el pasado lunes en que la ex-senadora le ganó al antiinmigrante de forma abrumadora, queremos expresar que para los dominicanos de manera particular nos resulta un tanto difícil seleccionar entre estos dos grandes males y definir cuál es el “Malo” y cual el “Peor”.

Un 62% de los norteamericanos cree que la candidata demócrata Hillary Clinton derrotó al republicano Donald Trump en el debate presidencial realizado ante las cámaras del mundo, donde la  Clinton se mostró conciliadora, pausada, resultándole positivas algunas ironías y bromas coloquiales que le ayudaron a dominar el debate. Mientras que Trump dirigió mensajes directos y simplistas, demostrando de manera clara que no tiene manejo de Estado, y que más bien dejó  establecida su actitud de comerciante con torpes manejos políticos y sin cultura de Estado.

Para los expertos en estos debates frontales, muy significativos para la sociedad norteamericana, se estima que más de 100 millones de personas estaban frente a sus televisores viendo este enfrentamiento donde Hillary demostró mayor dominio y control en cuanto a los asuntos políticos, lucia totalmente relajada, coherente y precisa tanto en sus planteamientos como en las respuestas ofrecidas. Mientras que trump se lució como un experto en el manejo de los medios televisivos, pero al no poder desconectarse de su condición de empresario, en algunos casos pensaba que estaba frente a una de sus empresas o en algún certamen de miss universo. En los aspectos políticos y de Estado demostró simpleza y carencia de talento para dirigir el país más grande y poderos del mundo.

Sin embargo, y a pesar de estas simpatías y consideraciones que expresan los estadounidenses en estos datos para favorecer a la señora Clinton en el mencionado debate; para el pueblo dominicano, que compartimos una isla con nuestros vecinos haitianos, quienes a los    Clinton les corresponde manejar o “narigonear”, cumpliendo directrices expresas del Departamento de Estado norteamericano, a nosotros, repetimos, no nos parece tan amigable y bondadosa la señora Hillary.

Los Clinton se han adueñado de Haití, recibieron cuantiosos recursos  en dólares y euros para ayudar a la reconstrucción de ese país luego de su fatídico terremoto y nadie sabe que ha hecho la “Fundación Clinton” con todas esas donaciones millonarias; sin embargo, nosotros sí acudimos en su ayuda y los resultados están ahí a la vista de todos. Los Clinton solo han sabido aprovecharse de la miseria y desgracia de los pobres haitianos. Y peor aún, nos quieren imponer que siendo nosotros un país pobre, además de ser colaboradores y solidarios con los haitianos, carguemos con ese fardo de miseria y falta de institucionalidad que es responsabilidad de los franceses y de los propios Estados Unidos.

Donald Trump es un troglodita, que en materia política y asuntos de Estado se maneja al estilo Trucutú, queriendo golpear a todos con su mazo rustico y salvaje. Significa un peligro para el mundo con su estilo antiinmigrante y guerrerista. Desconoce el ABC de las estrategias políticas con las que se deje dirigir una nación tan poderos y con tantos interés encontrados como la norteamericana; pero también es cierto   que no podemos perder de vista que los presidentes en Estados Unidos son ocasionales inquilinos de la Casa Blanca y que las acciones de trascendencia se toman en consonancia con un poder detrás del trono llamado “El establishment”, con quienes se debe contar a la hora de tomar o no determinadas decisiones nacionales o internacionales.

Por: Jesús Belén de la Cruz

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