Editorial

Covid-19: el nuevo “fantasma” que recorre el mundo

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Por: Jesús -Belén- de la Cruz

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Este ensayo no se refiere a una escalofriante película de suspenso. No pretende contextualizar sobre algún manifiesto que estimule la lucha entre las clases sociales. Mucho menos presagiamos sobre la tercera versión de una guerra mundial entre las grandes superpotencias, con el G20 incluido, por el nuevo orden económico y político; hablamos de una terrible pandemia mundial que tuvo sus inicios en Wuhan, China y que ha sido detectada al menos en 160 países de cinco continentes.

Hablamos del Coronavirus, denominado Covid-19 por la Organización Mundial de la Salud (OMS), enfermedad que, según su secretario general, Dr. Tedros Adhanom Ghebreyesus, crece como verdolaga y ha creado un terrible pánico mundial luego de haberse convertido en pandemia. Según las estadísticas, Italia, Estados Unidos, China y España han resultado ser los más perjudicados.

Como el ladrón que llega por la noche, el mundo recibió un ataque sorpresa por un enemigo fantasma en zafarrancho de combate, que nadie puede ver, que no posee armas de guerra, es silente e invisible; y lo peor de todo es que este puede estar incubado en tu familiar más cercano y querido, en tu jefe inmediato, en tu compañero de partido, en tus hermanos de la iglesia, en tu chofer o peluquero.

Ahora el perverso virus pasa a su fase exponencial. Son múltiples las razones por las que estamos perdiendo la batalla ante el Covid-19. Una de ella es que como no lo podemos ver ni tocar, no se puede librar una lucha cuerpo a cuerpo contra la maléfica epidemia. Correr, esconderse y “quedarse en casa” han resultado ser los mejores métodos de combate para enfrentar este enemigo letal. 

Su vacuna aún está en proceso. Es bien sabido que cuando se tenga la pócima industrial, indudablemente el gran negocio de las empresas farmacéuticas habrá de crecer y multiplicar sus ganancias, esto es verdad; ¡pero… qué más da! Lo cierto es que los ciudadanos del mundo estamos llamados a permanecer en modo antisocial. Se trata de algo así como: “si me quieres no me visites, para que después me vuelvas a ver”.

El Covid-19 no discrimina, es vinculante e incluyente y mata desde un rey hasta un plebeyo. No distingue entre el presidente y el barrendero del palacio. De igual manera, atrapa los líderes políticos de todos los partidos, aun sean estos de derecha, del centro o de la extrema izquierda. Golpea al jefe del consorcio empresarial, así como al motoconchista. Se lleva artistas, deportistas, líderes religiosos católicos y protestantes. Y por si no lo sabias, también ataca a los médicos que nos pueden ayudar. 

A partir de las opiniones de expertos financieros mundiales, una fuerte crisis internacional nos espera luego de que el coronavirus entre en receso. Esto ha creado un profundo pánico en la cúpula del G20, entidad que agrupa a las 20 economías más poderosas del mundo, quienes se han comprometido frente a la OMS a adoptar las medidas “que hagan falta” para minimizar el impacto que está generando el fatídico Covid-19.

Estos potentados de la finanza mundial están inyectando más de 5 billones de dólares en la economía global, al tiempo que insisten en la necesidad de tomar actuaciones “valientes” y asumir “compromisos”. Serias decisiones fueron tomadas por los líderes del G20, en una reunión por videoconferencia, como conscientes de que la actual crisis también ataca el sistema inmunológico de la economía mundial.   

Esta catástrofe mundial ha hecho posible que en el Congreso de Estados Unidos ambos partidos se pongan de acuerdo para asignar $8,300 millones de dólares para combatir el brote de Coronavirus que, además de causar un fuerte impacto a la economía, ha venido a trastornar toda la vida de los norteamericanos.

Resulta altamente preocupante que en Estados Unidos los casos de coronavirus superan la barrera de los 100,000 y ha cobrado 1,539 muertes, sobrepasando a China y a Italia como el país del mundo con más contagios. Resulta muy penoso que Nueva York (la capital del mundo) se ha convertido en el gran foco de la epidemia, registrándose más de 44,000 casos y más de 500 muertes.

En las calles de la gran urbe han sido instaladas unidades refrigeradas como morgues para atender a pacientes que ya los hospitales no los pueden atender por falta de espacios. Se trata de un colapso total. Las calles vacías, los comercios cerrados, y su economía en declive total. Al parecer aquello de que Nueva York nunca duerme ha quedado en el pasado y de manera muy triste.

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