Editorial

Liderazgo vs. clientelismo político

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Liderazgo vs. clientelismo político

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Por: Jesús -Belén- de la Cruz

Director

El liderazgo es definido como el conjunto de habilidades gerenciales para la dirección, jefatura o conducción de una organización política, grupo económico o de cualquier otra colectividad social. Se expresa también como las cualidades de personalidad y capacidad que favorecen la guía y el control de otros individuos. A través del liderazgo se logra influenciar a personas mediante un proceso de comunicación humana hacia la consecución de uno o diversos objetivos específicos.

Richard L. Daft, nació en Nebraska, profesor y consultor de las universidades de Nebraska y Chicago. Autor de varios libros y novelas sobre gerencia efectiva. Su obra cumbre es “Teoría y Diseño Organizacional” .

Richard Daft, en su libro “La experiencia del liderazgo”, define el liderazgo como: “La relación de influencia que ocurre entre los líderes y sus seguidores, mediante la cual las dos partes pretenden llegar a cambios y resultados reales que reflejen los propósitos que comparten”. Los elementos básicos de esta definición son: líder, influencia, intención, responsabilidad, cambio, propósito compartido y seguidores.

Peter Ferdinand Drucker, fue profesor de negocios, consultor, tratadista austriaco y abogado de carrera. Considerado el mayor filósofo de la administración del siglo XX.

A juicio de Peter Drucker “el liderazgo es lograr que las miradas apunten más alto, que la actuación de la gente alcance el estándar de su potencial y que la construcción de personalidades supere sus limitaciones”, agregando que “el liderazgo efectivo no trata de hacer discursos o ser gustado; el liderazgo se define por resultados, no por atributos”. Estos conceptos obedecen a los niveles más elevados de cómo abordar el liderazgo y la relación entre los líderes y dirigidos.

Sin embargo, el clientelismo político, que es un tema frecuente en la República Dominicana, nos plantea la relación entre dos o más actores y donde se dan intercambios recíprocos de favores relacionados con el Estado y sus estructuras de poder. Esta forma de hacer política se ha convertido en un comportamiento normal y cotidiano entre empresarios, candidatos y funcionarios gubernamentales que manejan fondos públicos y poder político.

Liderazgo y clientelismo no es ni será jamás la misma cosa. El liderazgo gerencial se cultiva, y está íntimamente relacionado con las capacidades que tengan los actores supremos de satisfacer necesidades espirituales, políticas o sociales de sus seguidores. La magia está, en cómo estos guías o gerentes de personas logren convencer o persuadir con sus practicas y sus predicas a todos aquellos que les siguen de manera convincente.   

En cambio, el clientelismo político es aquella relación que se da mutuamente entre dos o más actores sociales, en la cual existe la condición de poder político y de recursos económicos. Es decir, uno que ejerce la función de patrón y otros que la hacen de clientes o seguidores. El jefe o patrón proporciona a sus seguidores bienes materiales, protección y acceso a recursos diversos. El cliente o seguidor ofrece en cambio algún servicio personal, muestra lealtad, apoyo político y le sufraga su voto en tiempos electorales.

El clientelismo es una práctica usual e informal que no está regulada legalmente. Básicamente, en esta desviación social el objeto del intercambio, casi siempre, son los recursos del Estado. Los jefes que promueven estas malas artes dejan entender que los favores y lisonjas que suministran a sus clientes o dirigidos, son recursos que salen de sus propios bolsillos. Cuando a un artículo o servicio brindado se le estampa una foto personal bien maquillada y con una sonrisa de satisfacción, y esto ha sido adquirido con dinero del Estado, entonces, se están vendiendo ideas falsas, no transparentes y clientelistas.  

En datos suministrados por la empresa encuestadora Latinobarómetro 2017, la República Dominicana está situada entre los países de Latinoamérica y El Caribe donde más se practica el clientelismo.  El referido informe coloca al país en la primera posición de clientelismo político en el área, otorgándole un 53%. Guatemala y Perú obtuvieron un 51% cada uno, México un 48% y El Salvador un 46%.  La investigación busca demostrar que las personas que han favorecido a partidos o candidatos a cargos electivos lo han hecho por obtener a cambio regalos, algún favor político o ayuda económica.  

Quienes suelen poner en ejecución esta actividad clientelar, generalmente carecen de ideología, de programa y de agenda política.  Es importante que los gobiernos ejecuten sus programas de políticas sociales al servicio de los ciudadanos menos pudientes. Esta es una misión que debe ser reconocida y resaltada, pero sin caer en el asistencialismo eterno. Cuando se desvirtúa esta gestión de servicios y de interés público de las instituciones para promover el clientelismo, a través del culto a la personalidad, se está promoviendo la corrupción y la poca transparencia en el uso y manejo de los fondos públicos.  

El expresidente Leonel Fernández, haciendo un ejercicio sociológico y político sobre este tema, publicó un artículo, hace algún tiempo, a través de su columna Observatorio Global, el cual tituló: “El poder y el liderazgo: entre puestos y sobrecitos”, donde el político define de manera clara cómo actúa el clientelismo en nuestro país. Fernández, de manera muy elocuente, narra la forma en que los funcionarios, cuando ostentan un cargo público, viven en “un verdadero paraíso” y donde quiera que llegan son recibidos como a un “Dios en el Olimpo”. Experiencias sobradas tiene Fernández para hablar sobre el tema, puesto que es uno de los principales promotores de estas prácticas mesiánicas, clientelares y de culto a la personalidad.

Danilo Medina, en cambio, ha demostrado su rechazo rotundo al culto a la personalidad, además de exhibir su magistral capacidad de liderazgo gerencial dentro y fuera de su partido. Desde antes del PLD llegar al gobierno, ya Medina se proyectaba como el gran armador y estratega de su partido. Ha ejercido una gestión de liderazgo en los momentos más difíciles de su organización, incluyendo aquella famosa firma del “Pacto por la Democracia”, donde este jugó un papel de primer orden. Medina posee la legión de seguidores más firme y acabada del país, el “danilismo”. Actualmente esto queda demostrado en todos los órganos de dirección del PLD y en ambas cámaras del Congreso Nacional. Lo mismo sucede con la población en sentido general. Danilo Medina es poseedor de una magia tan carismática que logra encantar hasta a sus opositores recurrentes.

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