Opiniones

La inteligencia emocional como herramienta de vida

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Por: Dr. Juan Belén

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Psicólogo – Conferencista internacional

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Sin lugar a dudas, nuestra sociedad se ha visto en la imperiosa necesidad de modificar su ritmo frente a la inesperada situación sanitaria que nos tomó a todos por sorpresa, y me atrevo a aseverar que en gran medida ha alterado, no solo nuestra agenda individual, sino también nuestra agenda colectiva, lo que ha implicado necesariamente hacer ajustes rápidos en todos los planos de nuestras vidas.

Esta situación nos ha tomado a todos desprevenido y sin tener, posiblemente, las herramientas adecuadas, situación que nos conmina a incorporar nuevas habilidades como factores esenciales para reajustar nuestras conductas frente a la realidad imperante, que por demás nos impone grandes y desconcertantes desafíos.

Es muy común escuchar con frecuencia en estos días, que rebasada la pandemia “ha de surgir otro ser humano con mayores niveles de elevación espiritual”, puesto que el retiro involuntario nos ha permitido meditar y encontrarnos con nuestra propia esencia humana, en verdad no estoy tan seguro de eso; porque es posible que cuando volvamos a nuestra vida normal, durante los primeros días, “salgamos azorados y paranoicos”.

Existe la posibilidad de que al pasar los días nos encontremos con el verdadero Yo que nos aguarda, y como reza un viejo proverbio; “como el perro vuelve a su vómito, así vuelve el necio repitiendo su necedad”, haciendo referencia de que el ser humano tiende a volver a sus antiguos hábitos.

Con esto no quiero ser pesimista, pero es lo que hemos visto en el devenir de la conducta humana; porque de ser así, después del diluvio universal debió resurgir un hombre nuevo, pero por lo visto no ocurrió asi.

La mayor garantía para salir airosos y sin alteraciones personales, es tener instalada una inteligencia emocional que nos permita hacer los ajustes que sean necesarios, sin romper nuestra personalidad, por eso, definitivamente no creo que vamos a mutar en “Gnomos” como afirman algunos, obviamente, inspirados por la angustia que genera el miedo circunstancial.

Sin embargo, haciendo un ejercicio más racional me identifico con Edward L. Thorndyke (1920), quien afirma que la inteligencia emocional implica “aumentar nuestro control y regular nuestros estados emocionales”, esto significa que debemos procesar informaciones sin neurosis, así como también llevar la crisis con naturalidad, filtrar lo que vemos, incluyendo profecías sin sustentos.

Es natural que en situaciones donde no tenemos el control, muchos manipuladores se aprovechan de las susceptibilidades y traten de jugar con el cerebro de los demás, ni en las más cruentas guerras mundiales habíamos sido objetos de tan despiadados bombardeos, ahora no en términos bélicos, sino mediático, por eso es beneficioso ser poseedor de una inteligencia emocional, lo que nos puede librar de ser víctima de informaciones masivas sin ningún tipo de fundamento.

El psicólogo y periodista Daniel Goleman (1995) define la inteligencia emocional como las “habilidades personales”, sin importar nivel académico, por eso hoy más que nuca se precisa ser un buen gestor de uno mismo, conocer las consecuencias de nuestros actos, ser positivo frente a los contratiempos, controlar las emociones perturbadoras para que no nos destrocen nuestras vidas, escuchar con paciencia y comunicarnos adecuadamente con los demás.

Si modificamos nuestros hábitos, toda vez que nos llega una información nueva, si nos estamos convirtiendo en un manojo de nervios, si salimos sin sentido a las calles, si ya no podemos reconciliar el sueño, si estamos adictos a las informaciones negativas, si presentamos trastorno del apetito, si enviamos informaciones sin filtrar; sin importar quién es el receptor, si se ha ralentizado nuestro estado de ánimo, si dentro de la casa entramos en conflictos con los demás, si estamos ansiosos y desesperados, les puedo asegurar que “se desinstaló nuestra inteligencia emocional”, y muy posiblemente hayamos pescado, virus emocionales.

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