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Educación ética para la libertad: un reto urgente en las aulas dominicanas

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Por: José Rafael Padilla Meléndez

Las alarmantes noticias que emergen de nuestras escuelas han encendido una luz de emergencia sobre el tipo de educación en valores que estamos promoviendo en la República Dominicana. La reciente requisición de centros educativos donde se encontraron sustancias ilícitas, armas blancas, cigarrillos electrónicos y otros elementos impropios en manos de estudiantes no solo es un escándalo mediático, sino una señal de que algo fundamental está fallando en la formación ética de nuestras nuevas generaciones.

Este fenómeno no es casual. Responde a un modelo educativo que, en su intento de fomentar la libertad en los alumnos, ha permitido que esta se desborde sin la debida orientación ética. Aquí es donde cobra vigencia el principio de la educación ética para la libertad, desarrollado por el investigador y docente latinoamericano Luis Salmerón, quien advierte que la libertad sin valores se convierte en un arma peligrosa que puede derivar en anarquía y descomposición social.

                                                   

Kant y Aristóteles: El dilema de la libertad sin ética:

Desde la perspectiva filosófica, Immanuel Kant planteaba que la ética no puede estar desligada de la razón y la responsabilidad. Según su concepto de imperativo categórico, una acción solo es moralmente válida si puede ser universalizada y si respeta la dignidad de los demás seres humanos. En este sentido, permitir que estudiantes normalicen conductas dañinas bajo la excusa de la “libertad” implica una contradicción, pues se desvirtúa el principio de respeto mutuo y convivencia armónica que toda sociedad debe promover.

Por otro lado, Aristóteles, en su Ética a Nicómaco, sostiene que la virtud es el resultado de la práctica constante de buenos hábitos y que el individuo se forma en la ética a través de su educación y entorno. Si el sistema educativo no prioriza la enseñanza de valores sólidos y coherentes, los estudiantes no aprenderán a ejercer su libertad de manera responsable.

La educación dominicana ante el desafío ético

El actual panorama educativo dominicano muestra una brecha peligrosa entre el concepto de libertad y el ejercicio de la ética. Los recientes escándalos, como los ocurridos en promociones de bachilleres en Santiago, donde se evidenció un deterioro en la conducta juvenil con bailes inadecuados y acciones irrespetuosas dentro de la propia comunidad escolar, reflejan la necesidad urgente de replantear el papel de la enseñanza de valores en nuestras aulas.

Pero más allá de estas manifestaciones, es necesario reconocer que otros problemas han ido permeando las escuelas dominicanas, tanto públicas como privadas. Entre estos, destacan el alarmante número de embarazos en adolescentes, que en muchos casos tienen su origen en relaciones iniciadas dentro del mismo entorno escolar, sin orientación ni formación adecuada sobre responsabilidad afectiva y sexual.

Asimismo, la presencia de bandas delictivas en los centros educativos ha traído consigo un ambiente de inseguridad para alumnos, docentes y personal administrativo. Se han registrado casos de acoso, vandalismo y violencia, generando un clima de miedo que compromete el aprendizaje y la convivencia escolar. Estos grupos, muchas veces influenciados por modelos negativos de conducta fuera de la escuela, encuentran en la falta de autoridad y en la permisividad un terreno fértil para operar dentro de las aulas.

La pregunta que debemos hacernos como sociedad es: ¿cómo podemos educar para la libertad sin que esta se convierta en libertinaje y en un caldo de cultivo para la descomposición social? La respuesta pasa por un esfuerzo conjunto de maestros, padres, el Ministerio de Educación y la comunidad en su conjunto.

Luis Miguel De Camps y la responsabilidad del Ministerio de Educación:

En este contexto, el recién nombrado Ministro de Educación, Luis Miguel De Camps, tiene sobre sus hombros el enorme desafío de re-enrumbar la educación dominicana hacia un modelo que no solo enseñe conocimientos técnicos y científicos, sino que recupere la enseñanza de valores éticos y morales como un eje central de la formación académica.

Su gestión debe enfocarse en implementar políticas públicas que garanticen que la libertad reclamada por los estudiantes en las escuelas esté fundamentada en la responsabilidad y el respeto a las normas de convivencia. Este no es solo un reto de administración, sino un compromiso ineludible con el futuro de la nación.

Para lograrlo, el Ministerio de Educación debe asumir un rol proactivo en la transformación del sistema, estableciendo directrices claras que refuercen la enseñanza de valores éticos en los programas escolares, supervisando el cumplimiento de normas disciplinarias en los centros educativos y fortaleciendo la formación de los docentes para que sean agentes de cambio en la enseñanza de la ética responsable.

Propuestas para una campaña de educación ética:

Para revertir esta tendencia, es imperativo lanzar una campaña nacional de reeducación en valores éticos y morales, con los siguientes pilares:

  • Reforma curricular en ética y ciudadanía
  • Incorporar programas educativos que refuercen la enseñanza de valores desde el nivel inicial hasta el bachillerato.
  • Establecer actividades prácticas que fomenten la reflexión sobre la responsabilidad individual y colectiva en la sociedad.
  • Incluir formación en educación afectiva y sexual con enfoque en la responsabilidad.
  • Capacitación docente en formación ética:
  • Los maestros deben recibir formación sobre cómo inculcar la ética kantiana y aristotélica en sus alumnos.
  • Implementar estrategias didácticas innovadoras para enseñar ética a través de casos reales, debates y dilemas morales.
  • Entrenamiento en manejo de conflictos y protocolos de seguridad en los planteles.
  • Participación activa de los padres:
  • Las familias deben ser parte del proceso formativo, promoviendo hábitos responsables en sus hijos.
  • Crear escuelas para padres donde se aborden estrategias efectivas de crianza basadas en valores y límites claros.
  • Seguridad en los centros educativos:
  • Implementar programas de monitoreo y prevención para evitar la entrada de sustancias y objetos peligrosos en las escuelas.
  • Identificar y desarticular bandas delictivas dentro de los planteles educativos.
  • Fomentar una cultura de respeto y disciplina mediante la implementación de normas claras y consecuencias justas.
  • Uso de la tecnología para el bien común:
  • En un mundo donde los jóvenes están inmersos en la digitalización, las redes sociales y la inteligencia artificial pueden ser aliadas para difundir mensajes positivos sobre el uso correcto de la libertad.

Conclusión: Un llamado a la acción:

El deterioro de los valores en las escuelas dominicanas no es un problema aislado, sino el reflejo de un modelo educativo que ha confundido la libertad con la ausencia de límites. Como sociedad, debemos asumir la responsabilidad de corregir este rumbo, integrando en la enseñanza el principio de que la verdadera libertad solo puede ejercerse de manera plena cuando está guiada por la ética y el respeto a los demás.

El Ministro de Educación, Luis Miguel De Camps, tiene en sus manos una gran oportunidad para marcar un cambio significativo en el sistema educativo dominicano. Si su gestión se enfoca en reforzar la enseñanza de valores, generar un ambiente escolar seguro y disciplinado, y garantizar que la libertad de los estudiantes se ejerza con responsabilidad, se podrá dar un paso firme hacia la construcción de una juventud más consciente y comprometida con el futuro del país.

Este no es solo un reto del Ministerio de Educación ni de los docentes, sino de toda la comunidad educativa y de cada ciudadano que apuesta por un mejor país. Es momento de tomar acción y rescatar la educación ética como el pilar fundamental para la construcción de una sociedad justa, equilibrada y verdaderamente libre.

Prof.: José Rafael Padilla Meléndez

Docente y analista político.

 

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