Opiniones

Un cambio de velocidad

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Por Albert Simon
Analista político

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Siguiendo una larga rutina de décadas, un candidato de la oposición promueve sus aspiraciones presidenciales prometiendo un cambio en varios aspectos de la vida nacional.

Lo que no está claro, a juzgar por su desempeño en el sector privado, es en qué dirección iría ese cambio.

El candidato de marras ha incursionado enviarías áreas de la economía sin que se haya logrado destacar en ninguna de ellas.

En el sector turístico, en momentos que esa actividad económica alcanzaba su mayor desarrollo de toda la historia nacional amparada en las acertadas políticas del gobierno del presidente Danilo Medina, su gestión empresarial fue menos que discreta.

También ha incursionado en el sector empresarial con una fábrica de cemento, cuya legalidad se cuestiona, sin haber estado nunca entre las firmas líderes del sector.

Su cadena de opacos intentos de descollar en el sector privado incluye una universidad que se encuentra en la cola de los centros de educación superior del país.

En pocas palabras, las iniciativas de Luis Abinader, que es el candidato de marras, en el sector privado se pueden calificar de muy opacas, sin caer en ningún tipo de exageraciones.

Con esos pobres antecedentes,
cómo puede alguien convencer al alectorado de que es capaz de impulsar los cambios que requiere un país con realidades tan complejas como el nuestro, en medio de un mundo tan competitivo y tan exigente como el actual?

En todo caso, sería lo que en el argot del béisbol, deporte rey en nuestro país, como un cambio de velocidad, que es el lanzamiento que usa el pitcher, con la intención de engañar, de sacar de paso, al bateador.

Con ese pitcheo, el lanzador Abinader pretende engañar al bateador, en este caso el pueblo dominicano, y sacar al país del camino del desarrollo económico e inclusion en que se encuentra desde hace varios años.

Como si todo esto fuera poco, ese candidato cuenta en su “equipo” con siniestros personajes, uno de los cuales pronunció la lapidaria frase de “el pueblo no come dólares* en momentos en que el alza de la divisa norteamericana alcanzó niveles sin precedentes, lo que provocó una poblada que dejó un saldo de muertos todavía no precisado y incalculables daños económicos.

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