Por: Harry Ortiz (El Hombre Cine)
Productor – Guionista y Conductor Cinematográfico
Esa es la pregunta que se hacen muchas personas que aún poseen buen gusto al elegir sus comedias. ¿Por qué los cuarentenos (en caso de que exista ese término) se han volcado a ver tan irreverente película?
La premisa de este filme es tan vieja como la serie de Barnabi Collins. Un tipo entrado en edad con un buen trabajo tiene una cita con una chica llamada Missy, quien resulta ser un desastre con todo lo que dice y todo lo que toca.
Lauren Lapkus interpreta a una tipa que no conoce la decencia ni mucho menos la ética cuando se habla de comportamiento. Parece como si Missy hubiera sido criada por rockeros de heavy metal o por motociclistas de los que conducen Harley Davidsons, de esos que eructan y beben cerveza caliente todo el día.
El retorno de David Spade al cine, ahora lleno de arrugas y con un peluquín que no deja a uno concentrarse en su actuación, no ha mostrado cambios en la elección de sus papeles.
Por supuesto, su amigo Adam Sandler le ofreció trabajo y el pobre tuvo que aceptarlo. De todas maneras, no hay justificación para producir 90 minutos de situaciones desagradables, porrazos y de insinuaciones sexuales tan aberrantes que le revolvería el estómago hasta a una ninfómana.
El termino cliché describe perfectamente a esta película cuyo final es un despliegue de masoquismo y de alabanzas a todo lo que se sea repugnante y que vaya contrario a lo que nos enseñaron en la iglesia.
