La científica británica cree que una disciplina con más voces femeninas se hubiera marcado otros objetivos
Margaret Boden (Londres, 1936) empezó su carrera en la academia a principios de los 60: “Una mujer allí entonces era un unicornio”, recuerda. Hoy la discriminación no tiene nada que ver, dice, pero “quizá siempre habrá más hombres que mujeres en la inteligencia artificial (IA)”, lo que le preocupa. La IA es su especialidad en las últimas décadas. Boden es catedrática de ciencia cognitiva en la Universidad de Sussex (Reino Unido). Tiene títulos de medicina, filosofía y psicología de Cambridge y Harvard. No programa algoritmos ni fabrica robots, pero le preocupa la IA, su historia, alcance y oportunidades. Conoce bien la disciplina y habla con cautela de su futuro ya que, según admite, será bueno y será malo a la vez, como todo lo creado por humanos.
Boden ha publicado recientemente un libro breve y complejo llamado Inteligencia Artificial (Turner) y ha visitado Madrid en unas jornadas de la disciplina de la Fundación Telefónica.
Pregunta. ¿Qué cree que piensa la gente cuando oye “inteligencia artificial”?
Respuesta. En un tipo determinado de machine learning, que usa redes neuronales con multicapas para analizar enormes conjuntos de datos y que es capaz de advertir patrones que antes no se sospechaban.
P. Eso dentro del sector. ¿Pero al oír IA la gente común no piensa en robots inteligentes?
R. Eso son chorradas. La gente tiene muchas ideas equivocadas. Hay una moda repentina con la IA. Las ideas de la gente están muy ligadas a la ficción y películas. Asumen que esas cosas son al menos tan inteligentes como un adulto medio.
P. Esto es algo que no veremos en las próximas décadas.
R. No.
P. La CEO de Google Cloud, Diane Greene, dijo hace poco que la IA será la gran revolución de los próximos 30 años, como internet lo fue de los últimos 30.
R. No me sorprendería. Se ha producido un avance aparente en IA en los últimos cinco años, aunque no ha habido ningún gran avance teórico. Hace 30 años los científicos ya habían averiguado las bases de los algoritmos que se usan en conocimiento profundo. Pero no podían desarrollarlos por dos razones: uno, los ordenadores no eran bastante rápidos. Y dos, no tenían suficientes datos. Aunque no creo que la IA sea tan importante para la vida cotidiana del ciudadano como es hoy internet.
P. Pero ha dicho que no le sorprendería si pronto alguien denuncia a su médico porque no consultó su herramienta de IA y se equivocó al diagnosticar. Eso también es afectar la vida de la gente.
“Ha habido un avance aparente en IA en los últimos cinco años, aunque no ha habido ningún gran avance teórico”
R. Esto pasará pronto, seguro antes de 2030, en el mundo de la salud y probablemente en el financiero. Saldrán casos donde consultar la IA será un error, pero también otros donde lo será no consultar una IA ya disponible. Los abogados ganarán mucho dinero con esto.
P. Ha dicho que la tecnología nos cambia como humanos. ¿La IA también?
R. Sí. Lo que espero es que no provoque que nos satisfaga menos la interacción humana.
P. A los japoneses ya les satisface.
R. Son muy distintos de nosotros. Tratan a los robots de manera diferente porque piensan en la metafísica de los seres animados respecto a los inanimados de un modo distinto. Nosotros hacemos una distinción enorme. Ellos no.
P. Teme, por ejemplo, que su uso en las residencias de ancianos las acabe de deshumanizar.
R. Mi problema es creer que un sistema de IA puede ser un compañero genuino. Que pueden tener conversaciones emocionalmente reconfortantes con mayores que estén en las primeras etapas de demencia.
P. Ha pedido incluso que no se anime este tipo de investigación.
R. Yo no lo haría. Podría hacerlo de maneras de usar la IA para ayudar a gente en residencias. Pero ese objetivo particular de proveer lo que parece a la persona atendida que es genuina empatía humana, cambiaría algo que es muy fundamental. Alguien me podría decir: quizá no se enteran, quizá están tan mal que no se dan cuenta. Y esto les sirve para estar más animados, ¿qué hay de malo? No es una pregunta fácil.
P. La tecnología no se detendrá por preocupaciones humanas.
R. Es verdad. Siempre habrá crimen, crueldad. Pero tenemos que resistir tanto como sea posible, educar a nuestros hijos para que sean conscientes de ello, ¿qué más podemos hacer? No vas a levantar las manos y decir que todo el mundo haga lo que quiera. A veces impedimos que se hagan cosas. Es fácil ser muy pesimista.
P. Usted no lo es.
R. Yo soy consciente de que vendrán problemas enormes. Y no todos son solucionables. También soy consciente de que vendrán oportunidades enormes. Así que soy muy pesimista y muy optimista. Y si me preguntaran si tuviera una varita mágica con la que pudiera eliminar la IA antes de que empezara, pues no lo sé. ¿Eliminaría con mi varita la energía nuclear? Por las bombas sí. ¿Pero por la energía? No sé lo suficiente como para decirlo.
P. Hasta ahora hemos aprendido a vivir con bombas nucleares.
R. Sí, lo que no significa que me gustaría vivir más sin ellas. Cuando mis hijos eran pequeños, nunca, nunca les dije “cuando seáis mayores”. Era superstición, pero nunca usé esa frase. Era muy consciente de podrían no ser mayores.
P. ¿Porque podrían desaparecer?
R. Mi hijo mayor nació en 1968. La Guerra Fría seguía ahí.
P. ¿Les dice lo mismo a sus nietos?
R. Tengo cuatro y no envidio a ninguno. Tendrán una vida dura. Habrá todo tipo de problemas de empleo. Tendrán que enfrentarse al cambio climático, a guerras de agua, a la bioingeniería y migración masiva, que hará parecer a la migración actual una fiesta de disfraces.
P. El número de mujeres en ciencia sí ha aumentado.
R. Sí, hoy al menos no son objetos increíbles, unicornios, que es lo que solíamos ser. Toda mi vida profesional me he enfrentado a discriminación. Es algo que ya no ocurre, o mucho menos.
“Mi problema es creer que un sistema de IA puede ser un compañero genuino. Que pueden tener conversaciones emocionalmente reconfortantes con mayores que estén en las primeras etapas de demencia”
P. Pero aún no es equiparable al de hombres.
R. Quizá siempre habrá más hombres que mujeres en IA. Primero, porque a las mujeres jóvenes todavía no se les anima a estudiar matemáticas. También quizá, quién sabe, podría haber alguna diferencia biológica. Los hombres en general son mejores al enfrentarse al espacio y las mujeres, con el lenguaje y relaciones emocionales. No creo que eso sea solo una cuestión de educación, también de naturaleza. Eso puede seguir siendo así. Pero está claro que la IA sería distinta si hubiera habido más mujeres en el sector. Los problemas que habrían mirado serían distintos. Hoy los problemas que se miran son básicamente problemas científicos, matemáticos duros, que no son los que las mujeres estarían principalmente interesadas. También les interesan problemas más enmarañados, borrosos, relacionados con los seres humanos, que son mucho más difíciles para la IA. La IA sería muy distinta con más mujeres punteras.
P. ¿Por qué?
R. Los problemas tratarían de resolverse de maneras que respetaran más la empatía. La gente que trabaja en los sistemas de inteligencia artificial de cuidados para ancianos son en su mayoría hombres. Quizá si fuera mayoría de mujeres mirarían esos problemas de otra manera. Serían más conscientes de los asuntos que me preocupan. Quién sabe.
Fuente:El País