La cartografía que se dibuja de la España poscrisis, según el sondeo realizado por la empresa 40dB para EL PAÍS, es la de una sociedad mayoritariamente temerosa, que señala casi unánimemente como responsables de la Gran Recesión a la clase política, a la burbuja inmobiliaria y a los bancos —aunque no es capaz de diferenciar entre banca internacional, banca nacional y cajas de ahorro—, pese a que la crisis nació en la primera y se desarrolló en las terceras. Como consecuencia de ello y de las políticas llegadas de Europa, opinan los encuestados, la sociedad sale de la pasada década con los sacrificios muy desigualmente repartidos. La España de hoy ha cambiado con intensidad respecto del país de antes de la crisis: más pobre, desigual y precaria y menos protegida socialmente.
Este temor se manifiesta de muchas formas (preocupación, resignación, irritación, miedo, nuevo mapa político…), pero sobre todo en la cantidad de ciudadanos que opinan que todavía no se ha salido de la crisis —lo que parece indicar que siguen sufriendo sus consecuencias en forma de desempleo, salarios más bajos, menor protección en capítulos deteriorados como la sanidad y la educación…—, y también en la evaluación negativa de las políticas que se han practicado en este tiempo: casi el 100% de los encuestados subraya que no se han puesto en marcha los mecanismos suficientes para prevenir la llegada de otra crisis, algo que consideran harto probable a corto plazo.
Los ciudadanos elaboran una lista en cascada de responsables de lo sucedido, en la cual no se libran ni ellos mismos cuando reconocen los extraordinarios niveles de endeudamiento que adquirieron para mantener sus niveles de bienestar previos a las dificultades (el “vivir por encima de sus posibilidades”). Pero esa responsabilidad es casi anecdótica frente a la que atribuyen en primera instancia la “clase política”, al estallido de la burbuja de la vivienda y a “la banca” en términos generales. En el segundo escalón está el Banco de España, se supone que por su incapacidad para detectar y controlar los problemas, y a continuación el contagio de los problemas que llegaban de fuera, y las políticas austericidas de la troika. Solo una ínfima minoría de los encuestados cita entre los culpables a los inmigrantes. Una desagregación transversal de los datos del sondeo indica que los principales paganos de la crisis se encuentran entre los jóvenes, las mujeres y los mayores de 45 años, sobre todo en relación con el escalón de ciudadanos mayores de 65 años, los más protegidos en términos relativos.
Los señalados como principales responsables de la Gran Recesión tienen en el sondeo abundante munición para corregir los graves problemas de reputación que les afectan, sean justos o injustos, y que siguen dándoles protagonismo hoy día con otras materias que no tienen nada que ver con la crisis económica. Si no comparten las conclusiones, el verdadero papel del liderazgo consiste en convencer a sus conciudadanos de que sus opiniones están sesgadas.
Fuente: El País