El presidente estadounidense pide a su equipo que trabaje en un acuerdo después de hablar por teléfono con su homólogo chino, Xi Jinping, según Bloomberg
La primera llamada telefónica en seis meses entre Donald Trump y su homólogo chino, Xi Jinping, ha provocado aparentemente un giro en las estancadas negociaciones entre ambas potencias por su conflicto comercial. Tras meses de mano dura, el presidente estadounidense opta ahora por un acercamiento basado en alcanzar un acuerdo provisional que rebaje la tensión con Pekín y ha pedido a su Gabinete que comience a redactar los posibles términos de ese pacto, según adelanta Bloomberg. El documento se trataría de firmar en el marco de la reunión de jefes de Estado del G20 que se celebrará a finales de este mes en Buenos Aires.
El movimiento habría sido consecuencia directa de la conversación telefónica con Xi. Ambos hablaron este viernes –jueves en Estados Unidos- por primera vez desde mayo. Trump señaló al respecto por Twitter que ambos tuvieron una conversación “larga y muy buena” y que el diálogo en materia comercial “avanza muy bien”. Tanto Washington como Pekín confirmaron que ambos líderes tendrán un encuentro bilateral en el marco de la cumbre del G20 tras un 2018 protagonizado por un conflicto comercial que ha escalado de forma significativa con la entrada en vigor de varias rondas mutuas de aranceles.
Trump, explica la agencia Xinhua, dijo “conceder importancia a una buena relación con Xi” y le pidió mantener un contacto “frecuente y directo”. El presidente chino le contestó que para él también es crucial tener una buena relación mutua. Pero le mostró su descontento con el rumbo que ha tomado la Administración estadounidense en los últimos meses: “Ambas partes han estado en desacuerdo sobre temas comerciales durante algún tiempo, algo que ha causado un impacto negativo en ambos países, así como en el comercio mundial. Esto no es lo que China quiere ver”, dijo Xi, siempre según Xinhua.
La llamada entre Xi y Trump es el primer contacto directo entre ambos Ejecutivos en materia comercial en meses. Las negociaciones quedaron estancadas en mayo, cuando el presidente estadounidense echó abajo un principio de acuerdo entre ambas administraciones por el cual China se comprometía a aumentar sus compras de productos americanos. Pekín se molestó enormemente ante ese desplante y desde entonces el discurso oficial ha virado hacia posiciones mucho más duras. El mantra en Pekín ya no es que Trump usa la mano dura para lograr una relación comercial más equilibrada, sino que Washington tiene por objetivo último contener el desarrollo de China.
Hasta el momento, Estados Unidos ha impuesto aranceles adicionales a productos chinos valorados en más de 250.000 millones de euros, mientras que China ha hecho lo propio con mercancías estadounidenses por valor de unos 110.000 millones. Trump ha amenazado con gravar todos los productos procedentes del país asiático si Pekín no cede a sus demandas, basadas no solamente en la reducción del déficit comercial, sino también en que acaben varias prácticas que su Administración tacha de desleales.
Según Bloomberg, Trump ha pedido a secretarios clave de varias agencias de su Gobierno que elaboren un documento que facilite un alto al fuego tan pronto para este mes. Con las posiciones tan alejadas, parece improbable que en tan poco tiempo se pueda firmar un pacto muy diferente del de mayo, es decir, un documento que vaya más allá de rectificar el déficit comercial estadounidense y aborde los temas de carácter estructural, mucho más espinosos, como la protección de la propiedad intelectual, los subsidios estatales, las transferencias tecnológicas forzadas o el plan de modernización industrial Made in China 2025.
Pero Trump parece convencido en usar su supuesta química con Xi para lograr el pacto. Según el periódico hongkonés South China Morning Post, Trump y Xi se verían en la tarde del 1 de diciembre, una vez finalizada la cumbre de líderes del G20. El presidente estadounidense habría pedido a su equipo retrasar su vuelta a Washington unas horas para organizar una cena esa noche en Buenos Aires con el presidente chino. El objetivo sería buscar un ambiente más relajado y propicio que el de una reunión al uso para que ambos líderes negocien esa tregua.
Fuente:El País