La Policía Nacional es una institución especializada permanente del Estado, apolítica, apartidista y de naturaleza civil. Su estructuración y organización son de naturaleza jerárquica y su funcionamiento se rige estrictamente por lo establecido en la Constitución de la República, por las leyes y reglamentos que a ella se refieran no tiene en ningún caso facultad para deliberar. Quien haga o diga lo contrario estaría tomando medidas subversivas y violatorias a nuestra carta sustantiva y a sus leyes adjetivas.
Desde hace varios meses, amparados en verdades a medias o en mentiras, sectores de la oposición política, así como de los círculos mediáticos del país se están dando a la tarea de enchinchar a la Policía Nacional, para que, con o sin uniforme gris, se expresen ante opinión pública, usando los medios de las redes sociales, para reclamar aumentos de sueldos, demandas laborales y hasta acusar a sus superiores de abusar de los subalternos en el desempeño de sus labores policiales. Cabe decir, sin temor a equivocaciones, que esas prácticas son actos de insubordinación a la disciplina jerárquica de ese cuerpo especializado en la defensa del orden público.
El rodaje de la película subversiva inicio con aquel famoso video del raso de esa institución, Daurin Rafael Muñoz Martínez, quien se hizo famoso por aquello del “sueldo cebolla”. El libreto fue correctamente ensayado y bien leído, por tanto, su actuación fue pagada, incluso, ahora lo vemos haciendo de reportero a empujones en un famoso canal de televisión nacional. Y como una coincidencia, coincidencialmente coincidente, valga la redundancia, el raso cebolla, está empleado en el mismo canal que lo usó para aquellos fines mediáticos.
Luego de aquella escena, editada y producida por profesionales en la materia, se ha desatado la articulación de un orquestado plan nacional de videos, marchas, amenazas de renuncias y toda suerte de vulgaridades cargadas de injuriosos argumentos que más que procurar la mejoría de las condiciones de vida de los hombres y mujeres de uniformes, se está a la caza de una peligrosa provocación e insubordinación que nadie puede predecir las consecuencias que de allí se puedan derivar.
Hoy son los policías, mañana serán los guardias, luego los agentes municipales, pasando por los guachimanes y terminando con los alcaldes pedáneos. Provocar la insubordinación de los hombres de armas, es una peligrosa bomba de tiempo que a nadie puede sorprender lo que pueda pasar en lo adelante. Somos abanderado de un sistema donde los guardias y los policías puedan ejercer el derecho de asociación, incluso de participar en los procesos eleccionarios para escoger las autoridades que nos han de gobernar cada cuatro años, sin embargo, cabe destacar que con la consabida debilidad de nuestras instituciones, aun falta mucho tiempo para lograr estos objetivos.
Que un grupo de policías activos y retirados, incluyendo familiares suyos, realizaran una marcha protesta frente al Palacio de la Policía en demanda de que a ellos y a los guardias les sean aumentados sus salarios, esto no es un chiste, ni mucho menos algo para celebrarlo así porque así, y menos por el simple hecho de que se esté en la oposición política. Los guardias y policías son apolíticos, apartidistas y no deliberativos, por tanto, les está prohibido participar en este tipo de actividades reivindicativas y mucho menos vestidos con sus uniformes, como pudimos ver en los videos publicados en las redes dando cuenta de la actividad reivindicativa. Existen otros métodos e instancias legales que se pueden usar para exigir y reclamar mejorías salariales para los hombre de uniformes. Las marchas, huelgas y protestas por parte de los guardias y policías, hasta el día de hoy se convierten en actos subversivos y violatorios a nuestras leyes y a los reglamentos que rigen esas instituciones.
Que un general en retiro quiera convertirse en el líder de la Liga de la Justicia dominicana, es su decisión libérrima. Todos sabemos de sus frustraciones y resentimientos contra la institución del uniforme gris. Que él se quiera inmolar o sublevarse en “las escarpadas montañas de Quisqueya” como todo un patriota, para imponer sus ideas y posiciones políticas disfrazadas como actos patrióticos, ese es su derecho. Sin embargo, general retirado, Juan Tomas Taveras, no provoques que a esos humildes policías los pongan en retiro por indisciplina y subversión a su institución. Señor presidente, ojo con esto y mucho cuidado.
Por: Jesús Belén de la Cruz