Editorial

No la mates: acepta que no es tuya

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Por: Jesús -Belén- de la Cruz

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A juicio de los expertos en psicología familiar, una ruptura amorosa es una de las situaciones más difíciles y dolorosas por las que puede atravesar un ser humano. Generalmente, las personas que pasan por los peores momentos de este trauma, son aquellas que han sido abandonadas y se resisten a aceptar esta situación; sobre todo, porque quedan heridos en su erróneo sentido de pertenencia.

Por las mentes perturbadas de los que se sienten abandonados o sustituidos pasan múltiples pensamientos de resistencia a reconocer que ya no es posible continuar lo que hace tiempo ya no funciona en la relación de parejas, así como en negarse aceptar que te puedan sustituir por otra persona, esto se convierte en una fuerza maldita de celos, provocándole una terrible convulsión de odio, que muchas veces terminan con agresiones físicas, crímenes y hasta asesinatos múltiples.

Los hechos violentos ocurridos el pasado fin de semana en distintas partes del país, nos siguen dando señales negativas que deben alertar a nuestras autoridades. 10 muertos y 8 heridos, todos por feminicidios, constituyen acontecimientos sorprendentes que nos llaman poderosamente la atención.

Si verificamos las estadísticas de algunos observatorios, podemos concluir que, en su mayoría, o en casi todos, hay un registro de denuncias, con indicadores que contienen amenazas, golpes y hasta intentos recurrentes de asesinatos.

Los celos, combinados con evidentes trastornos mentales, se hacen más tormentosos y encuentran caldos de cultivos cuando los que se sienten sustituidos no encuentran explicación al hecho de que se enfrentan a una nueva realidad y que posiblemente nunca van a poder superar el momento por el que están atravesando.

Aunque estos episodios se pueden presentar de maneras indistintas en personas de ambos sexos, indiscutiblemente, el sentido de pertenencia del hombre sobre la mujer hace más dramático los hechos que suceden a diario entre las parejas. Algunos cometen el error de definir estos acontecimientos como conflictos amorosos; nada más falso, nadie mata por amor.

Es sabido que “los celos son un fenómeno universal; sin embargo, los factores socioculturales influyen en la actualización del potencial celoso de cada individuo. En un grado moderado, los celos pueden estimular comportamientos positivos; pero, cuando se manifiestan excesivamente, devienen destructivos”. Esta es la pura realidad y ocasionalmente la vivimos matizada con sangre femenina o de familia entera sin distinción de sexo.

Los llamados celos psicóticos son delirantes y no pueden ser sanados con argumentos, ruegos ni evidencias expuestas por las partes en conflicto. La situación toma carácter agravante cuando “el macho Alfa” se considera dueño de la mujer con la cual tenía una relación y esta decide abandonarlo, sea para estar sola en libertad o para alimentar otra relación no tóxica, entonces, el sujeto abandonado entiende que el mundo se le viene encima y sobrevienen los llamados “crímenes pasionales” o “feminicidios”, los que generalmente también terminan con el suicidio del agresor.

Es notorio que, cuando los celos adquieren la condición de delirantes, son considerados como sumamente preocupantes y peligrosos. En los casos donde el calado de celos resulta ser muy profundo, se hace casi imposible convencer al sujeto posesivo de que su postura es errada o que es víctima de una terrible enfermedad mental.

Algunos especialistas definen los celos como el “síndrome de Otelo”. Sobrenombre que parte de la conocida obra de Shakespeare, Otelo, quien mata a Desdémona poseído por unos celos enfermizos.
Razón por la cual, el síndrome de Otelo se define como un delirio donde la persona que lo sufre está firmemente convencida de que su pareja le es infiel, por lo que en ocasiones termina quitándole la vida como venganza por lo que considera una traición irreparable en su contra.

Es por esto que, estas personas obsesionadas con la idea enfermiza de la infidelidad, experimentan una serie de conductas que los llevan a perseguir, revisar las carteras, cuentas de redes sociales y los celulares de sus parejas procurando encontrar lo que jamás quisieran conocer.

Cuando los celos pasan a ocupar nuestras mentes de manera constante y de forma desenfrenada, también se le suele llamar “celotipia” o “celos patológicos”. La base fundamental de este trastorno es la desconfianza y los pensamientos obsesivos sobre una posible infidelidad.

Es importante que las parejas se desarrollen en un clima de confianza y respeto mutuo. Ninguna persona es dueña de su pareja. Las relaciones se deben mantener hasta que una de las partes considere que la misma ya no tiene razón de ser. Respetemos y valoremos nuestras parejas, el derecho a la vida es inviolable y ninguna diferencia justifica la muerte de una o de varias personas.

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