Cuando apenas iniciaban las elecciones municipales del 16 de febrero, estas fueron abortadas. Luego de varios escarceos y tratativas, al son de cacerolas y bandereos, los dominicanos podremos acudir este domingo 15 de marzo para ejercer nuestros derechos constitucionales y seleccionar nuestras autoridades municipales.
Ahora, enormes expectativas han sido creadas por la Junta Central Electoral (JCE) para escrutar los votos que se han de emitir en las urnas y posteriormente presentar al país los resultados de los mismos de manera transparente y creíbles. Hoy, los árbitros electorales padecen una terrible prueba de fuego, como si estuvieran viviendo su última oportunidad para limpiar su honra manchada y reivindicar su pudor institucional.
Con opiniones divididas entre creer o dudar, los ciudadanos tendrán la oportunidad de escoger cuáles serán sus próximas autoridades municipales por los siguientes cuatro años. La ocasión es propicia para hacer un ejercicio de conciencia y seleccionar las mejores propuestas a favor de las comunidades.
Lo cierto es que vivimos momentos en que los ciudadanos se rehusan a que los gobernantes los sigan usando como tontos útiles, tal si fueran criaturas ignorantes. Eso es así. Los munícipes están conociendo cuál es el valor de su voto y claman por hacerlo respetar. Cada voto cuenta, y se convierte en un préstamo de confianza que muchas veces no suele ser retornado con los servicios municipales.
El sufragio universal concede el derecho de votar a todos los ciudadanos. Reviste entonces suma importancia saber cuál es el valor del voto de cada elector. Las promesas que hacen los candidatos en cada proceso electoral deben ser analizadas de forma consciente para que esta observancia nos permita hacer la mejor selección a la hora de ejercer esta expresión democrática.
Se trata de votar por ti y tu demarcación, de procurar las buenas prácticas en la ejecución de las mejores capacidades para solucionar los problemas sociales, demandar servicios municipales, programas culturales, seguridad, así como el desarrollo económico de cada territorio impactado.
La mayoría de los electores acuden a las urnas en busca de obtener aquellos beneficios que les son ofrecidos por los candidatos y candidatas a cargos electivos. Los munícipes no son movidos, a prima facie, para favorecer a las figuras públicas que les piden su apoyo, persiguen buenos gerentes que administren de manera correcta los fondos que ellos mismos generan con el pago de sus arbitrios.
Como un alivio balsámico, podemos afirmar que la fortaleza del sistema electoral dominicano nos permite consolidar nuestra democracia participativa, la cual es vinculante con la toma de decisiones políticas tradicionales. Se trata de un compromiso de igualdad ciudadana, de equilibrio entre el deber y el derecho, justamente para definir el destino de la sociedad.
En nuestra concreta realidad, es justo decir que, con la eliminación del voto de arrastre, ahora los alcaldes y directores de distritos municipales deberán buscar sus propios votos y también tendrán autonomías presupuestarias. Quedará como página para la historia la época en que los alcaldes podían ganar con los votos de los territorios distritales de sus respectivos municipios.
Como lectura comprensiva, esto significa que en la actualidad tenemos 393 territorios con sus propias administraciones financieras. 158 municipios y 235 distritos municipales que ahora funcionarán cada uno con su propia autonomía. Una razón valedera para que los munícipes pueden demandar soluciones puntuales a las distintas problemáticas de sus comunidades.
El tiempo es propicio para dejar de votar por figuras públicas y comenzar a hacerlo por programas y propuestas viables. El tema no debe ser tan simple como para que destacadas figuras públicas quieran ser alcaldes o alcaldesas. Lo justo seria que quienes tengan las mejores carpetas para beneficios de sus municipalidades, esas sean convertidas en las nuevas autoridades electas para gobernar las alcaldías y directorios municipales.
La JCE tiene la obligación de garantizar unas elecciones diáfanas y transparentes, tanto para beneficio de la ciudadanía como para su propia salud como órgano electoral. Esto así, porque las frustradas votaciones del 16 de febrero generaron un movimiento tan amplio de protestas y cuestionamientos, que puso en ascuas al Pleno de miembros de ese alto órgano electoral, por tanto, estos deben reivindicarse en la próxima prueba.
Debido a los problemas acontecidos en la metodología del voto automatizado, todo el proceso de este domingo 15 será totalmente manual. Aunque esto parezca un retorno al pasado, así lo demandan las circunstancias. Los partidos de la oposición, sobre todo La Fuerza del Pueblo, se oponen de manera tajante a que el moderno método automatizado sea utilizado en esta jornada. Así que contaremos voto a voto y ganará quien tenga más capacidad de movilizar sus simpatizantes.