Editorial

La política y la prudencia

La lógica política nos plantea que la prudencia debe ser un activo permanente en los actores que intervienen en vida social y política en todas y cada una de las circunstancias presentes y futuras. Saber actuar conforme a las condiciones objetivas y aprender a respetar las condiciones prácticas de los momentos específicos es una gran virtud que no debe faltar a ningún líder que haga de la política su profesión o modus operandi.

Los motivos políticos deben ir siempre de las manos con las razones lógicas de las circunstancias reales, y claro, ambos conceptos han de ser herramientas imprescindibles para la aplicación de la prudencia política de parte de los actores sociales que intervienen en la gobernanza nacional.

Si un líder político pretende imponer sus motivos políticos, expresados en sus consignas y modo conductual mediático, sin importar que las circunstancias les sean adversas, aparte de que el mercado objetivo al que va dirigido el mensaje político, no le resulta acertada su propuesta, el líder político debe revisar su mensaje y esperar otras circunstancias para replantear sus propuestas y no morirse junto a su ya derrotada propuesta de momento.

En los escenarios políticos dominicanos tenemos una especie de líderes atípicos que no respetan las reglas básicas del buen manejo y la relación armónica entre sus motivos, la lógica razonable y la prudencia política.

El excandidato presidencial Luis Abinader no ha reconocido, mucho menos felicitado, al presidente Danilo Medina por su triunfo arrollador en las pasadas elecciones, en las que le ganó con más de 25 puntos porcentuales de diferencia. Lo mismo ha pasado con algunos ex aspirantes a alcaldías en distintos municipios del país. Esto de por si habla mal y hasta descalifica en algunos plano a estos personajes de la política criolla.

Estas actuaciones erróneas de esos líderes llamados a conducir los destinos del país, equivalen a perderlo todo por no reconocer la que se perdido tan solo una parte o cuando menos una batalla local de la gran guerra por alcanzar el poder político nacional. Cuando los electores observando a sus líderes actuar con estas mezquindades y con tantos escarceos mediáticos para no reconocer el triunfo de sus contendores en determinados procesos electorales.

Torpeza política, ridiculez sin límites y mediocridad espantosa es como se puede catalogar la actitud exhibida por Manuel Jiménez, quien fue aspirante a la alcaldía del municipio Santo Domingo Este, donde perdió de manera clara. Quienes conocen el nivel de aceptación que tenia Jiménez a lo interno del PLD, saben que tenia reales posibilidades de ser alcalde del municipio, pero al no manejar su inteligencia emocional y abandonar su partido ahora lo perdió todo. Se quedo sin diputación y sin alcaldía. Actuó sin lógica política y no entendió las circunstancias reales que le acompañaban en el proceso.

El artista, ex diputado y ex aspirante a alcalde, ahora anda apandillado con otros perdedores como él, aunque con porcentajes más pírricos en los resultados electorales, algunos de ellos no llegaron ni al uno por ciento. Huelgas, marchas y piquetes jamás podrán sustituir las instituciones democráticas que administran los procesos electorales, políticos y económicos del país. La prudencia política se debe imponer ante los deseos, motivos y propósitos de los líderes de la nación.

Cuando los electores ven este tipo de actuaciones en los actores llamados a dirigir los destinos del país, en realidad lo que hacen es descalificarlos de la posibilidad de alguna vez poner en sus manos la juiciosa y serena administración de la cosa pública, en el entendido de que una persona que no es capaz de manejar su inteligencia emocional, que no separa entre sus deseos, objetivos y propósitos, ante los reales intereses nacionales.

Por: Jesús Belén de la Cruz

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