Editorial

La inseguridad desde las “fake news”

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Por: Jesús -Belén- de la Cruz

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Director


“Esto acaba de suceder en el túnel de la Ortega y Gasset”. Decía el texto al pie de un video que fue colgado en uno de los grupos de redes sociales a los cuales pertenezco; donde, en una escena escalofriante, al interior de un túnel, se observa a tres sujetos armados que despojan a una familia de todas sus joyas y emprenden la huida con su vehículo.

En ese momento, me tomé el atrevimiento de advertir al difusor que se trataba de una noticia falsa (fake news), y, de hecho, muy mal intencionada. Acto seguido, procedí a enviarle fotos comparativas, tanto de la parte interior de nuestro citado túnel, como del expreso donde había ocurrido aquel hecho lamentable. La escena referida la podemos ver en “You Tube” con el reportaje noticioso del caso, ocurrido en el “túnel de línea amarilla” del Perú. https://youtu.be/Wb-wYS0tIfw

En un modesto gesto de humildad y como aceptación de un posible peso de culpa, aquel ciudadano procedió a borrar el video compartido y pidió excusa al colectivo. Con este acto reconocía que había sido manipulado por el impacto furtivo de las noticias falsas. Es bueno saber que estudios sobre el desborde de las fake news en España, nos informan que un 86% de los españoles no distingue con facilidad las noticias falsas de las reales.

¿Nos hemos puesto a pensar a cuántos de nosotros se nos ha timado, convertido en víctima, y nos han hecho coparticipes de difundir noticias engañosas e inventadas, las cuales vemos en las redes sociales y las compartimos como si se tratara de informaciones reales en “tiempo y espacio”?

Cuando recibimos una información con la inmediatez y la frecuencia con la que transitan en las redes sociales a través de la Internet, sin evaluar ni confirmar la veracidad de esta y la consumimos dándole el “efecto de validez”, nos estamos haciendo corresponsables de un acto de perjurio y pernicioso. Si no procuramos la verificación de la noticia recibida, estamos siendo parte de un proceso de “sesgo de confirmación”.

Si bien la inseguridad, la violencia y la criminalidad constituyen los puntos negros, sobre todo a nivel mediático, de la actual gestión de gobierno que encabeza el presidente Danilo Medina; cabe resaltar, que la difusión masiva de los últimos hechos ocurridos en el país, han estado matizados por una campaña negativa dirigida, y que forman parte de una estructura político-económica que ha tejido todo un entramado de difamación y calumnias,  que busca golpear el sector turismo, el cual constituye uno de los pilares más importantes del presente gobierno, habiendo sido definido como “la locomotora del desarrollo productivo nacional”.    

Al consultar los datos estadísticos nacionales e internacionales, confirmamos que, en los últimos 10 años, la inseguridad en nuestro país ha bajado de 25,4 por cada 100 mil habitantes en el 2008, a 10,5 en 2018. Es válido resaltar los informes donde se muestra que la República Dominicana no está en el récord de las 50 ciudades más peligrosas del mundo, tampoco encabezamos el ranking de las 10 naciones más inseguras de América Latina y El Caribe.

En cuanto al atentado perpetrado por error contra al astro del béisbol, David Ortiz, los sicarios de las redes sociales, como de costumbre, tejieron sus propias hipótesis, y ahora, muchos rechazan los resultados arrojados por la Policía Nacional y la Procuraduría General de la República. La muerte por accidente automovilístico, debido a la ingesta de alcohol de dos turistas afroamericanos, pretendieron tildarlo como un hecho de violencia y criminalidad. El caso de un extranjero que golpeó salvajemente a su esposa en un hotel de la región Este del país, también se lo pretendieron cargar a la inseguridad ciudadana.

Videos, noticias, tuits, audios y muchas “fake news”, son difundidos cada día, de forma muy alegre, por todas las redes sociales y son convertidas en virales por los piratas mediáticos, todo con el mero afán de verter lodos y heces fecales contra nuestra amada República Dominicana. Los cibernautas asalariados llegaron al colmo de viralizar un tuit donde, supuestamente, el presidente Donald Trump criticaba la violencia y la inseguridad en el país.

Como si todo eso fuera poco, los tuiteros o “influencer”, muchos de ellos puros analfabetas funcionales, se presentan ante sus miles de seguidores como: “eruditos sabelotodo”, “analistas temáticos”, “líderes políticos”, “coaching”, “abogados”, “psicólogos”, “fiscales”, “jueces” y expertos conocedores de diversas ramas del saber. Esta generación pantalla se ha constituido en una sociedad paralela tan poderosa que llegan a considerarse una “justicia populista” tan poderosa, que hasta se sienten capaces de aplicar sentencias mediáticas en cada caso acontecido en el país.

De igual forma, podemos ver cómo líderes políticos y algunos medios de comunicación tradicionales, en su marcado afán de obtener like y sumar seguidores, se han subido en las olas de mentiras y falsedades creadas por voces agoreras de países del área que compiten con la República Dominicana en el sector turístico, quienes han orquestado una campaña de descrédito vil respecto a la “inseguridad” que alegan existe en nuestra nación. 

Según diversos estudios, se prevé que para el año 2022 se consumirán más noticias falsas que reales, de manera que será una labor de primer orden combatir que la desinformación ponga en peligro la verdad, el sistema político y la democracia a nivel mundial. Por estos motivos, el gigante Google y las redes sociales más destacadas como Facebook y Twitter, están tomando medidas mediante nuevos algoritmos de análisis para alertar acerca de este tipo de noticias falsas (fake news). 

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