Ciencia y Tecnología

¿Hay más vida inteligente en el universo?

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EL PAÍS adelanta un capítulo del libro póstumo de Stephen Hawking, ‘Breves respuestas a las grandes preguntas’ (Crítica)

Me gustaría especular un poco sobre el desarrollo de la vida en el universo y, en particular, sobre el desarrollo de la vida inteligente. Incluiré en ella la especie humana, a pesar de que gran parte de su comportamiento a lo largo de la historia ha sido bastante estúpido y poco calculado para ayudar a la supervivencia de la especie. Dos preguntas que discutiré son: ¿Existe la posibilidad de que haya vida en otro lugar del universo? y ¿cómo puede la vida desarrollarse en el futuro?

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Es una cuestión de experiencia común que las cosas se vuelven más desordenadas y caóticas con el tiempo. Esta observación tiene incluso su propia ley, la llamada segunda ley de la termodinámica. Esta ley dice que la cantidad total de desorden, o entropía, en el universo siempre aumenta con el tiempo. Sin embargo, esta ley se refiere solo a la cantidad total de desorden. El orden en un cuerpo puede aumentar, siempre que la cantidad de desorden en su entorno aumente en una cantidad mayor.

Esto es lo que sucede en los seres vivos. Podemos definir la vida como un sistema ordenado capaz de mantenerse en contra de la tendencia al desorden, y que puede reproducirse a sí mismo. Es decir, puede producir sistemas ordenados similares a él, pero independientes. Para lograrlo, el sistema debe convertir la energía que recibe en alguna forma ordenada, como alimentos, luz solar o energía eléctrica, en energía desordenada, en forma de calor. De esta manera, el sistema puede satisfacer el requisito de que la cantidad total de desorden aumenta mientras que, al mismo tiempo, aumenta el orden en él y su descendencia. Esto hace pensar en los padres que viven en una casa que se vuelve más y más desordenada cada vez que tienen un nuevo bebé.

Un ser vivo como usted o como yo usualmente tiene dos elementos: un conjunto de instrucciones que le dicen cómo continuar vivo y cómo reproducirse, y un mecanismo para llevar a cabo esas instrucciones. En biología, esos dos elementos se llaman genes y metabolismo. Pero debemos enfatizar que nada en ellos es exclusivo de la biología. Por ejemplo, un virus informático es un programa que hace copias de sí mismo en la memoria de un ordenador y las transfiere a otros ordenadores. Por lo tanto, se ajusta a la definición que acabo de dar de sistema vivo. Como los virus biológicos, es una forma bastante degenerada, porque contiene solo instrucciones o genes y carece de metabolismo propio, pero reprograma el metabolismo del ordenador o de la célula anfitriona. Algunas personas han cuestionado si los virus deberían ser considerados como vida, porque son parásitos y no pueden existir independientemente de sus anfitriones, si bien la mayoría de las formas de vida, incluidos nosotros, somos parásitos, en el sentido de que nos alimentamos y dependemos para nuestra supervivencia de otras formas de vida. Creo que los virus informáticos deberían ser considerados como vida. Quizás dice algo sobre la naturaleza humana que la única forma de vida que hemos sido capaces de crear hasta ahora sea puramente destructiva. Habla elocuentemente de lo que es crear vida a nuestra propia imagen. Volveré a tratar el tema de las formas de vida electrónicas más adelante.

Lo que normalmente consideramos como «vida» se basa en cadenas de átomos de carbono, con algunos otros átomos, como nitrógeno o fósforo. Podemos especular si podría haber vida con alguna otra base química, como el silicio, pero el carbono parece el caso más favorable, porque tiene la química más rica. Que los átomos de carbono puedan existir en absoluto, con las propiedades que tienen, requiere un ajuste fino de las constantes físicas, como la escala de la cromodinámica cuántica, la carga eléctrica e incluso la dimensionalidad del espacio-tiempo. Si esas constantes tuvieran valores significativamente diferentes, el núcleo del átomo de carbono no sería estable, o los electrones se colapsarían en el núcleo. A primera vista, parece notable que el universo esté tan finamente sintonizado. Tal vez esto es evidencia de que el universo fue especialmente diseñado para producir la especie humana. Sin embargo, tenemos que ir con cuidado con tales argumentos, que se conocen como Principio Antrópico. Este principio se basa en la evidencia de que si el universo no hubiera sido adecuado para la vida, no estaríamos aquí, preguntándonos por qué está equilibrado tan finamente. Podemos aplicar el Principio Antrópico en sus versiones fuerte o débil. El principio antrópico fuerte supone que hay muchos universos diferentes, cada uno con valores distintos de las constantes físicas. En un número pequeño de tales universos, los valores permitirán la existencia de objetos como los átomos de carbono, que pueden actuar como bloques de construcción de los sistemas vivos. Como debemos vivir en uno de esos universos, no debería sorprendernos que las constantes físicas estén finamente sintonizadas. Si no lo estuvieran, no estaríamos aquí. La forma fuerte del Principio Antrópico no es muy satisfactoria. ¿Qué significado operacional se puede dar a la existencia de todos esos otros universos? Y si están separados de nuestro propio universo, ¿cómo puede afectar a nuestro universo lo que en ellos ocurra? En su lugar, adoptaré lo que se conoce como el Principio Antrópico débil, es decir, tomaré los valores de las constantes físicas como ya dados, y examinaré qué conclusiones se puede extraer del hecho de que la vida existe en este planeta y en esta etapa de la historia del universo.

Creo que los virus informáticos deberían ser considerados como vida. Quizás dice algo sobre la naturaleza humana que la única forma de vida que hemos sido capaces de crear hasta ahora sea puramente destructiva. Habla elocuentemente de lo que es crear vida a nuestra propia imagen

Cuando el universo comenzó en el Big Bang, hace unos 13.800 millones de años, no había carbono. Hacía tanto calor que toda la materia estaba en forma de partículas, llamadas protones y neutrones. Inicialmente habría habido la misma cantidad de protones y de neutrones. Sin embargo, cuando el universo se expandió, se enfrió. Alrededor de un minuto después del Big Bang, la temperatura habría caído a alrededor de mil millones de grados, unas cien veces la temperatura en el centro del Sol. A esta temperatura, los neutrones comienzan a descomponerse en protones.

Si eso hubiera sido todo lo que sucedió, toda la materia en el universo habría terminado como el elemento más simple, el hidrógeno, cuyo núcleo consiste en un único protón. No obstante, algunos de los neutrones chocaron con protones y se unieron a ellos para formar el siguiente elemento más simple, el helio, cuyo núcleo se compone de dos protones y dos neutrones. Pero en el universo primitivo no se habrían formado elementos más pesados que este, como por ejemplo el carbono o el oxígeno. Es difícil imaginar que se pudiera construir un sistema vivo con solo hidrógeno y helio y, de todos modos, el universo temprano todavía estaba demasiado caliente para que los átomos se combinaran en moléculas.

El universo continuó expandiéndose y enfriándose. Pero algunas regiones tenían densidades ligeramente más altas que otras y la atracción gravitacional de la materia extra en esas regiones redujo el ritmo de la expansión y finalmente la detuvo, y se colapsaron para formar galaxias y estrellas, unos dos mil millones de años después del Big Bang. Algunas de las primeras estrellas habrían sido más masivas que nuestro Sol; habrían estado más calientes que el Sol y habrían convertido el hidrógeno y el helio originales en elementos más pesados, como carbono, oxígeno y hierro. Esto podría haber tomado solo unos pocos cientos de millones de años. Después de esto, algunas de las estrellas explotaron como supernovas y esparcieron los elementos pesados en el espacio, formando así la materia prima para las generaciones posteriores de estrellas.

Las otras estrellas están demasiado lejos para que podamos ver directamente si tienen planetas girando en torno a ellas. Sin embargo, hay dos técnicas que nos han permitido descubrir planetas alrededor de otras estrellas. La primera consiste en observar la estrella y ver si la cantidad de luz que nos llega de ella permanece constante. Si un planeta se mueve por delante de la estrella, la luz de la estrella quedará ligeramente interceptada y la estrella se oscurecerá un poco. Si eso ocurre con regularidad es porque la órbita de un planeta lo está haciendo pasar repetidamente por delante de la estrella. Una segunda técnica consiste en medir con precisión la posición de la estrella. Si algún planeta orbita a su alrededor, inducirá un pequeño bamboleo en la posición de esta. Esto puede ser observado y, de nuevo, si el bamboleo es regular, se deduce que es debido a que algún planeta gira en torno de la estrella. Esos métodos fueron aplicados por primera vez hace unos veinte años y hasta ahora han sido descubiertos unos pocos miles de planetas girando alrededor de estrellas distantes. Se estima que una de cada cinco estrellas tiene un planeta de tamaño parecido al de la Tierra girando a una distancia de la estrella compatible con la vida, tal como la conocemos. Nuestro sistema solar se formó hace unos cuatro mil quinientos millones de años, o aproximadamente unos nueve mil millones de años después del Big Bang, a partir de gas contaminado con los restos de estrellas anteriores. La Tierra se formó en gran parte a partir de elementos más pesados, incluido el carbono y el oxígeno. De alguna manera, algunos de esos átomos llegaron a organizarse en forma de moléculas de ADN, que tienen la famosa forma de doble hélice descubierta en la década de 1950 por Francis Crick y James Watson en un cobertizo en el emplazamiento del actual Museo Nuevo de Cambridge. Las dos caden

as helicoidales están unidas entre sí mediante pares de bases nitrogenadas. Hay cuatro tipos de bases nitrogenadas: adenina, citosina, guanina y timina. Una adenina de una cadena siempre se combina con una timina de la otra cadena, y una guanina con una citosina. Por lo tanto, la secuencia de bases de una cadena define una secuencia complementaria única de la otra cadena. Las dos cadenas pueden separarse y actuar cada una como plantillas para construir cadenas adicionales. Por lo tanto, las moléculas de ADN pueden reproducir la información genética codificada en sus secuencias de bases nitrogenadas. Fragmentos de la secuencia pueden ser utilizados para fabricar proteínas y otros productos químicos, que pueden llevar a cabo las instrucciones codificadas en la secuencia y ensamblar la materia prima para que el ADN se reproduzca.

No está claro que la inteligencia tenga un valor de supervivencia a largo plazo. Las bacterias y otros organismos unicelulares podrían continuar viviendo aunque todas las otras formas de vida fueran eliminadas por nuestras actuaciones

Como he dicho, no sabemos cómo aparecieron las moléculas de ADN por primera vez. Como la probabilidad de que una molécula de ADN surja por fluctuaciones aleatorias es muy pequeña, algunas personas han sugerido que la vida llegó a la Tierra desde otro lugar, por ejemplo traída por rocas que se desprendieron de Marte mientras los planetas aún eran inestables, y que hay semillas de vida flotando por doquier en la galaxia. Sin embargo, parece poco probable que el ADN pueda sobrevivir mucho tiempo en la radiación del espacio.

Si la aparición de la vida en un planeta determinado es muy poco probable, se podría haber esperado que hubiera tardado en producirse lo más posible, compatible con el tiempo necesario para la evolución posterior hacia seres inteligentes, como nosotros, antes de que el Sol se dilate y engulla la Tierra. La ventana temporal en la que el inicio de la vida podría haber ocurrido es el tiempo de vida del Sol, eso es, alrededor de diez mil millones de años. Durante ese tiempo, una forma inteligente de vida podría llegar a dominar la técnica de los viajes espaciales y trasladarse a otra estrella. Pero si no consiguiera escapar, la vida en la Tierra estaría condenada al fracaso.

Hay evidencia fósil de que había alguna forma de vida en la Tierra hace unos tres mil quinientos millones de años, tan solo unos quinientos millones de años después de que la Tierra se volviera estable y se enfriara lo suficiente para que la vida pudiera desarrollarse. Pero en vez de eso la vida podría haber tardado siete mil millones de años en desarrollarse, y aún le habría quedado mucho tiempo para evolucionar a seres como nosotros, que pudieran preguntarse por el origen de la vida. Si la probabilidad de que la vida se desarrolle en un planeta dado es muy pequeña, ¿por qué sucedió en la Tierra en una decimocuarta parte del tiempo disponible?

En los últimos diez mil años, más o menos, hemos estado en lo que podría ser llamada una fase de transmisión externa. En esta etapa, el registro interno de información transmitido a las generaciones posteriores en el ADN ha cambiado un poco. Pero el registro externo — en libros y otras formas de almacenamiento de larga duración—, ha crecido enormemente

La aparición temprana de la vida en la Tierra sugiere que hay buenas posibilidades de generación espontánea de vida en condiciones adecuadas. Tal vez hubo alguna forma anterior más simple de organización que construyó posteriormente el ADN. Una vez que apareció el ADN, hubiera resultado tan exitoso que pudo haber reemplazado por completo las formas de vida anteriores. No sabemos cuáles habrían sido tales formas, pero una posibilidad es el ARN.

El ARN es como el ADN, pero más simple y sin la estructura de doble hélice. Cadenas cortas de ARN podrían reproducirse como el ADN y al fin podrían acumularse en el ADN. No podemos producir ácidos nucleicos en el laboratorio a partir de material no vivo, y mucho menos ARN. Pero en quinientos millones de años y dada la inmensidad de los océanos que cubren la mayor parte de la Tierra, podría haber una probabilidad razonable de que el ARN se produjera por azar.

Si la probabilidad de que la vida se desarrolle en un planeta dado es muy pequeña, ¿por qué sucedió en la Tierra en una decimocuarta parte del tiempo disponible?

A medida que el ADN se fue reproduciendo a sí mismo, habría habido errores aleatorios, muchos de los cuales habrían sido dañinos y se habrían extinguido. Algunos habrían sido neutros y no habrían afectado la función del gen. Y algunos errores habrían sido favorables para la supervivencia de la especie y habrían sido elegidos por la selección natural darwiniana.

Al principio, el proceso de evolución biológica fue muy lento. Se tardó dos mil quinientos millones de años en evolucionar de las células más antiguas a organismos multicelulares. Sin embargo, se tardó menos de mil millones de años adicionales en evolucionar hasta los peces, y unos quinientos millones en evolucionar de los peces hasta los mamíferos. Pero luego la evolución parece haberse acelerado aún más. Solo se tardó unos cien millones de años en pasar desde los primeros mamíferos hasta nosotros. La razón es que los mamíferos primitivos ya contenían esencialmente la mayoría de nuestros órganos importantes. Todo lo que se requería para evolucionar desde los primeros mamíferos hasta los humanos fue un poco de ajuste fino.

Pero con la especie humana la evolución alcanzó una etapa crítica, comparable en importancia con el desarrollo del ADN: el desarrollo del lenguaje, y particularmente el lenguaje escrito, que significa que la información puede transmitirse de generación en generación de otra forma que genéticamente mediante el ADN. Ha habido algunos cambios detectables en el ADN humano, provocados por la evolución biológica, en los diez mil años de historia registrada, pero la cantidad de conocimiento transmitido de generación en generación ha crecido enormemente. Yo he escrito libros para contar algo de lo que he aprendido sobre el universo en mi larga carrera como científico, y al hacerlo estoy transfiriendo el conocimiento de mi cerebro a la página para que usted pueda leerlo.

El ADN en un óvulo o un espermatozoide humanos contiene aproximadamente tres mil millones de pares de bases nitrogenadas. Sin embargo, gran parte de la información codificada en esta secuencia parece ser redundante o estar inactiva. Entonces, la cantidad total de información útil en nuestros genes es probablemente algo así como cien millones de bits. Un bit de información es la respuesta a una pregunta de sí o no. Como una novela de bolsillo puede contener unos dos millones de bits de información, un ser humano es equivalente a unos cincuenta libros de Harry Potter y una gran biblioteca nacional puede contener alrededor de cinco millones de libros, o aproximadamente diez mil millones de bits. La cantidad de información transmitida en libros o por Internet es unas cien mil veces mayor que en el ADN.

Aún más importante es el hecho de que la información en los libros se puede cambiar y actualizar mucho más rápidamente. Ha costado varios millones de años evolucionar desde los simios. Durante ese tiempo, la información útil en nuestro ADN probablemente ha cambiado solo en unos pocos millones de bits, por lo que la tasa de evolución biológica en humanos es aproximadamente un bit por año. En cambio, aparecen aproximadamente 50.000 nuevos libros publicados en inglés cada año, que contienen del orden de cien mil millones de bits de información. Por supuesto, la gran mayoría de esta información es basura y no sirve para ninguna forma de vida, pero aun así la velocidad con la que la información útil se puede agregar es de millones, incluso de miles de millones, más alta que con el ADN.

Esto significa que hemos entrado en una nueva fase de la evolución. Al principio, la evolución procedió por selección natural — a partir de mutaciones aleatorias—. Esta fase darwiniana duró aproximadamente tres mil quinientos millones de años y produjo seres que desarrollaron el lenguaje para intercambiar información. Pero en los últimos diez mil años, más o menos, hemos estado en lo que podría ser llamada una fase de transmisión externa. En esta etapa, el registro interno de información transmitido a las generaciones posteriores en el ADN ha cambiado un poco. Pero el registro externo — en libros y otras formas de almacenamiento de larga duración—, ha crecido enormemente.

Algunas personas usarían el término “evolución” solo para el material genético transmitido internamente y se opondrían a que se aplicara a la información transmitida externamente, pero creo que es una visión demasiado estrecha. Somos más que nuestros genes. Puede que no seamos inherentemente más fuertes o más inteligentes que nuestros antepasados cavernícolas, pero lo que nos distingue de ellos es el conocimiento que hemos acumulado durante los últimos diez mil años, y particularmente durante los últimos trescientos. Creo que es legítimo tener una visión más amplia, e incluir la información transmitida externamente, así como también la del ADN, en la evolución de la especie humana.

La escala de tiempo para la evolución, en el período de transmisión externa, es la escala de tiempo para la acumulación de información, que solía ser de cientos, o incluso de miles, de años. Pero ahora esa escala de tiempo se ha reducido a unos cincuenta años o menos. En cambio, los cerebros con que procesamos esa información han evolucionado en la escala de tiempo darwiniana, de cientos de miles de años. Esto comienza a causar problemas. En el siglo XVIII, se dijo que había un hombre que había leído todos los libros escritos. Pero actualmente, si leyera un libro por día, tardaría unos 15.000 años en leer los libros en una Biblioteca Nacional. Y en ese tiempo, se habrían escrito muchos más libros.

Esto significa que nadie puede dominar más que un pequeño rincón del conocimiento humano. Tenemos que especializarnos en campos cada vez más estrechos. Es probable que eso sea una gran limitación en el futuro. Ciertamente no podemos continuar por mucho tiempo con la tasa de crecimiento exponencial del conocimiento que hemos tenido en los últimos trescientos años. Una limitación y un peligro aún mayores para las generaciones futuras son que todavía tenemos los instintos, y en particular los impulsos agresivos, que tuvimos en los días del hombre de las cavernas. La agresión, en la forma de subyugar o matar a otros hombres y tomar sus mujeres y su comida, ha tenido ventajas para la supervivencia hasta el momento presente, pero ahora podría destruir a toda la especie humana y gran parte del resto de la vida en la Tierra. Una guerra nuclear sigue siendo el peligro más inmediato, pero hay otros, como liberar un virus genéticamente modificado, o que el efecto invernadero se acelere.

No hay tiempo para esperar a que la evolución darwiniana nos haga más inteligentes y afables. Pero ahora estamos entrando en una nueva fase de lo que podríamos llamar evolución autodiseñada, en la que podremos cambiar y mejorar nuestro ADN. Ahora hemos mapeado el ADN, lo que significa que hemos leído el libro de la vida y podemos comenzar a escribir correcciones en él. Al principio, esos cambios se limitarán a la reparación de defectos genéticos, como la fibrosis quística y la distrofia muscular, que están controladas por un solo gen cada una, por lo que son bastante fáciles de identificar y corregir. Otras cualidades, como la inteligencia, probablemente estén controladas por un gran número de genes, y será mucho más difícil encontrarlos y resolver las relaciones entre ellos. Sin embargo, estoy seguro de que durante este siglo descubriremos cómo modificar tanto la inteligencia como los instintos, por ejemplo el de la agresividad.

Tal vez sea posible utilizar la ingeniería genética para hacer que la vida basada en ADN sobreviva indefinidamente, o al menos cien mil años. Pero una manera más fácil, que ya casi está a nuestro alcance, sería enviar máquinas

Probablemente, se aprobarán leyes contra la ingeniería genética con humanos, pero algunas personas no podrán resistir la tentación de mejorar las características humanas, como el tamaño de la memoria, la resistencia a enfermedades y la duración de la vida. Una vez que aparezcan los superhumanos, surgirán problemas políticos importantes con los humanos no mejorados, que no podrán competir con ellos. Presumiblemente, morirán o perderán importancia. En cambio, habrá una carrera de seres autodiseñados, que se irán mejorando a un ritmo cada vez mayor.

Si la especie humana consigue rediseñarse a sí misma para reducir o eliminar el riesgo de destrucción suicida, probablemente se extenderá y colonizará otros planetas y estrellas. Sin embargo, los viajes espaciales a larga distancia serán difíciles para las formas de vida como nosotros, basadas en la química, en el ADN. La vida natural de tales seres es corta en comparación con el tiempo de viaje. Según la teoría de la relatividad, nada puede viajar más rápido que la luz, por lo que un viaje de ida y vuelta a la estrella más cercana tomaría al menos ocho años, y al centro de la galaxia unos cincuenta mil años. En la ciencia ficción, superan esta dificultad con curvaturas del espacio o viajando a través de dimensiones adicionales, pero no creo que esto llegue a ser posible, por muy inteligente que llegue a ser la vida. En la teoría de la relatividad, si se puede viajar más rápido que la luz, también se puede retroceder en el tiempo, y eso llevaría a problemas con la gente que regresa y cambia el pasado. También esperaríamos haber visto un gran número de turistas del futuro, movidos por la curiosidad de ver nuestras formas de vida pintorescas y pasadas de moda.

Tal vez sea posible utilizar la ingeniería genética para hacer que la vida basada en ADN sobreviva indefinidamente, o al menos cien mil años. Pero una manera más fácil, que ya casi está a nuestro alcance, sería enviar máquinas. Estas podrían diseñarse para durar mucho, lo suficiente para viajes interestelares. Cuando llegaran a una nueva estrella, podrían aterrizar en un lugar adecuado de un planeta y excavar minas para conseguir material para producir más máquinas, que podrían enviarse a más estrellas. Tales máquinas serían una nueva forma de vida, basada en componentes mecánicos y electrónicos, en lugar de en macromoléculas. Podrían llegar a reemplazar la vida basada en ADN, al igual que el ADN puede haber reemplazado una forma de vida anterior.

RESPUESTAS PARA (CASI) TODO

Stephen Hawking (Oxford, 1942 – Cambridge, 2018) ha sido, probablemente, el científico más popular de las últimas décadas. Pese a sus enormes limitaciones físicas, provocadas por el ELA, escribió docenas de artículos científicos y libros como Historia del tiempo, que se convirtió en superventas. Su capacidad de divulgación, su espíritu de lucha y su peculiar sentido del humor le transformaron en una figura de fama mundial.

Breves respuestas a las grandes preguntas es su obra póstuma, en la que trabajaba en el momento de su muerte. En este libro ofrece su punto de vista personal a las grandes preguntas que desde siempre se hacen los humanos: ¿Hay un Dios? ¿Cómo empezó todo? ¿Es posible viajar en el tiempo? El libro ha sido prologado por el actor Eddie Redmayne y también contiene un epílogo de la hija y colaboradora del científico, Lucy Hawking.

¿Cuáles son las posibilidades de que encontremos alguna forma de vida alienígena mientras exploramos la galaxia? Si el argumento sobre la escala de tiempo para la aparición de la vida en la Tierra es correcto, debería haber muchas otras estrellas cuyos planetas alberguen vida. Algunos de esos sistemas estelares podrían haberse formado cinco mil millones de años antes de la Tierra, entonces ¿por qué la galaxia no está repleta de formas de vida mecánicas o biológicas? ¿Por qué la Tierra no ha sido visitada e incluso colonizada? Por cierto, descarto las sugerencias de que los ovnis contengan seres del espacio exterior, ya que creo que cualquier visita de extraterrestres sería mucho más manifiesta y probablemente, también, mucho más desagradable.

Entonces, ¿por qué no nos han visitado? Tal vez la probabilidad de que la vida aparezca espontáneamente es tan baja que la Tierra es el único planeta en la galaxia — o en el universo observable— en el cual sucedió. Otra posibilidad es que la probabilidad de que se formaran sistemas capaces de autorreproducirse, como por ejemplo las células, fuera razonable pero que la mayoría de esas formas de vida no evolucionaran hasta la inteligencia. Estamos acostumbrados a pensar en la vida inteligente como una consecuencia inevitable de la evolución, pero ¿y si no lo es? El Principio Antrópico debería hacernos desconfiar de tales argumentos. Es más probable que la evolución sea un proceso aleatorio, con la inteligencia como una posibilidad entre muchos otros resultados posibles.

Ni siquiera está claro que la inteligencia tenga un valor de supervivencia a largo plazo. Las bacterias y otros organismos unicelulares podrían continuar viviendo aunque todas las otras formas de vida fueran eliminadas por nuestras actuaciones. Para la vida en la Tierra, la inteligencia tal vez fue un desarrollo poco probable, ya que en la cronología de la evolución se tardó mucho tiempo, dos mil quinientos millones de años, en pasar de seres unicelulares a seres multicelulares, que son un precursor necesario para la inteligencia. Como esa es una buena fracción del tiempo total disponible antes de que el Sol explote, sería consistente con la hipótesis de que la probabilidad de que la vida llegue a la inteligencia es baja. Si fuera así, quizás podríamos encontrar muchas otras formas de vida en la galaxia pero sería poco probable que encontráramos vida inteligente.

Otra razón por la cual la vida podría no alcanzar una etapa inteligente sería que un asteroide o un cometa chocaran con el planeta. En 1994, observamos cómo la colisión del cometa Shoemaker-Levi con Júpiter produjo una serie de bolas de fuego enormes. Se cree que la colisión de un cuerpo bastante más pequeño con la Tierra, hace unos sesenta y cinco millones de años, provocó la extinción de los dinosaurios. Algunos pequeños mamíferos primitivos sobrevivieron, pero cualquier organismo del tamaño de un ser humano habría sido aniquilado casi con seguridad. Es difícil decir cuán a menudo se producen tales colisiones pero una conjetura razonable podría ser cada veinte millones de años, en promedio. Si esta cifra es correcta, significaría que la vida inteligente en la Tierra se ha desarrollado gracias a que no haya habido colisiones importantes en los últimos millones de años. Es posible que otros planetas de la galaxia en los que se desarrolló la vida no hayan tenido un tiempo sin colisiones suficientemente largo para desarrollar seres inteligentes.

Una tercera posibilidad es que hay una probabilidad razonable de que la vida se forme y evolucione a seres inteligentes, pero que el sistema se vuelva inestable y la vida inteligente se destruya a sí misma. Esta sería una conclusión muy pesimista y espero sinceramente que no sea verdad.

¿Por qué no nos han visitado? Tal vez la probabilidad de que la vida aparezca espontáneamente es tan baja que la Tierra es el único planeta en la galaxia — o en el universo observable— en el cual sucedió

Prefiero una cuarta posibilidad: que haya otras formas de vida inteligente, pero que hemos sido pasados por alto. En 2015 participé en el lanzamiento de la iniciativa Breakthrough-listen, que utiliza observaciones de ondas de radio para buscar vida inteligente extraterrestre y tiene instalaciones actualizadas, financiación generosa y miles de horas de observación reservadas en radiotelescopios. Se trata del mayor programa de investigación dedicado hasta ahora a buscar evidencias de civilizaciones más allá de la Tierra. Breakthrough Message es un concurso internacional para crear mensajes que puedan ser leídos por civilizaciones avanzadas. Pero debemos ser cautelosos de responder hasta que nos hayamos desarrollado un poco más. Un encuentro con una civilización más avanzada, en nuestra etapa actual, podría resultar un poco como cuando los habitantes originales de América conocieron a Colón (y no creo que pensaran que mejoraron con ello).

Fuente:El País

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