Editorial

En Haití, a quién beneficia el crimen

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Por: Jesús -Belén- de la Cruz

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El magnánimo filosofo romano Lucio Anneo Séneca, destacado por sus dotes de político, senador del imperio, orador y escritor moralista, afirmaba que, “aquel a quien aprovecha el crimen es quien lo ha cometido”, lo que fue popularizado por Cicerón con la frase “A quién beneficia”. En base a esta locución latina, el primero a quien se debe investigar es a aquel que sale ganando de un crimen llevado a cabo.

Al momento de establecer sus aseveraciones filosóficas, estos autores consideraban que, a la hora de esclarecer sobre un crimen, se debe buscar primero a quién o quiénes se benefician del mismo. Al traer aquellos criterios a estos días, queremos aclarar que, con ellos Cicerón y Séneca no hacían ninguna alusión al primer ministro haitiano, Claude Joseph, aunque sobren las coincidencias.

Alrededor del mundo, criminalistas e investigadores usan este principio del Derecho Romano; sin embargo, no siempre los crímenes guardan relación directa con quién o quiénes se beneficien de un determinado hecho. Como quien hizo la ley, se inventó la trampa, los autores materiales e intelectuales de los casos criminosos también se crean diversas formas de evitar que se les vincule con la comisión de los delitos que de una u otra forma les pudieran favorecer.

Importantes agencias investigativas y de manera particular el medio de comunicación colombiano Noticias Caracol han coincidido con la información de que el primer ministro haitiano, Claude Joseph, formaba parte del grupo que planeó el asesinato del mandatario haitiano, Jovenel Moïse, estableciendo que su muerte había sido planeada desde noviembre de 2020 en una reunión sostenida en Miami, Estados Unidos.

Sin lugar a equivocarnos, en esta película, en el reparto de los principales actores, este personaje que había sido sustituido el día anterior a la operación criminal, resulta tener el rol protagónico estelar y sus acciones inmediatas en torno al caso así lo van confirmando cada día más.

Causando aún más sospecha, y sin esperar los resultados de una investigación científica e imparcial, rápidamente la diezmada y corrupta Policía Nacional de Haití, a través de una nota de prensa, desmintió que el primer ministro de la nación, Claude Joseph, estuviera vinculado con el magnicidio del presidente haitiano. Estos, en su defensa o complicidad, se adelantaron a la pesquisa, argumentando que las pistas, la información ni los sospechosos en el caso han hecho tales acusaciones sobre el primer ministro.

Si bien en la actualidad se está responsabilizando al exfuncionario haitiano, Joseph Félix Badio, como responsable intelectual del magnicidio, lo cierto es que en este momento todo en Haití es confuso. Un intencionado arcoíris de informaciones se ha desatado desde el primer día del magnicidio y ninguna versión coincide con la anterior. Esta es la mejor forma de crear duda sobre la duda para que al final quede eliminada la frágil línea divisoria entre la verdad y la mentira.

Aunque resulte penoso, cabe decir que siendo Haití el primer país libre del colonialismo en el continente americano, aún no ha podido desarrollarse porque en la idiosincrasia de sus nacionales existe un terrible mal de fondo basado en: autodesprecio, vagas creencias mágico-religiosas, el odio, resentimiento, la envidia y la traición en todos los niveles.

Sin querer profundizar en la parte histórica, recomendamos revisar todos los gobernantes haitianos que han llegado al poder usando la traición como modus operandi, y cuántos de ellos también han sido traicionados por los mismos que los ayudaron a traicionar a los anteriores para ascender a la presidencia. Es realmente una situación lamentable, pero muy cierta.

Posiblemente algunos de nuestros lectores consideren excesivas nuestras aseveraciones; más, solo bastaría ver el trato que les damos los dominicanos a nuestros vecinos en todos los órdenes, pero esa claque aristocrática haitiana, mayormente residente en Miami y Francia, vinculada a todos los negocios ilícitos y que nunca hacen nada por su pueblo, jamás ceden en sus ataques inmisericordes contra la República Dominicana.

Es tanto así, que los mismos perversos que están saliendo como los responsables y cómplices del brutal magnicidio no dudaron en querer involucrar a nuestro país en la coordinación de la trama criminal contra el presidente Jovenel y su esposa.

A pesar de todo esto, los dominicanos seguimos siendo solidarios con el pueblo haitiano y hasta lamentamos el hecho de que desde allí no se forme una verdadera estructura político-social que pueda liberarse del yugo que durante tantos años los mantiene sumergidos en el atraso y la miseria; siempre insistimos, ante la mirada indiferente de la comunidad internacional.

Aquel drama es tan enredado que, no dudamos que desde Miami el exilio cubano residente allí, se haya confabulado con los muy ricos haitianos que viven por allá, para coordinar y financiar una escaramuza en Cuba y así distraer la opinión pública internacional en lo que ganan tiempo para sacar el mayor provecho de este abominable asesinato y así poder colocar en la presidencia un personaje títere que les favorezca a sus propios intereses de grupos empresariales.

Cabe señalar que los exmilitares colombianos, aparentemente fueron “metidos al medio”, porque según lo narrado por ellos, fueron contratados para la seguridad del presidente Moïse, luego el plan era torturarlo para obligarlo a renunciar a la presidencia, lo que supuestamente habría salido mal y a partir de ahí todos conocemos el lamentable final de la magnicida operación. En las informaciones dadas por el actual gobierno provisional haitiano cabria muy bien la frase de “quien investiga a los investigadores”.

Es preciso esperar y tomar con pinzas cada una de las informaciones, así como los resultados finales de las investigaciones servidas a la opinión pública mundial. Haití solicitó ayuda a varios países para llevar a cabo la investigación sobre el caso, ignorando de paso a sus cercanos vecinos y socios comerciales, nada de eso es extraño, así se comportan los aristócratas haitianos con quienes siempre les damos las manos solidarias.

Abogamos porque Haití y el mundo sepan la verdad sobre este perverso magnicidio, aunque posiblemente los datos certeros solo sean dados a conocer a la comunidad internacional cuando los Estados Unidos desclasiquen la verdadera historia sobre este hecho.

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