El Partido Revolucionario Dominicano (PRD), que lidera Miguel Vargas Maldonado, tiene sobre sus hombros múltiples y complicados retos en la hora actual, tanto desde el punto de vista de la reestructuración y recomposición interna de sus fuerzas políticas, como también en el sentido del papel que deberán desempañar los dirigentes de ese partido que han jurado lealtad política y transparencia en sus funciones ante el presidente de la República, Danilo Medina Sánchez.
El pacto firmado entre el presidente del partido blanco, Vargas Maldonado y el presidente reelecto por el Partido de la Liberación Dominicana (PLD) y fuerzas aliadas, Danilo Medina, tiene varias lecturas que van más allá del literal cinco por ciento que puedo sacar en el pasado proceso electoral esa facción del otrora poderoso PRD, que por cierto se ha quedado con la parte institucional, local y sello gomígrafo con logo incluido de la organización política.
Para los del PLD y de manera muy especial para los seguidores del presidente Medina, sobre todo, aquellos que aún permanecen en el banco de espera, y que al parecer se les hace tarde para ir a una posición del Estado, “al PRD de Miguel Vargas les están entregando medio gobierno y apenas sacaron un 5% de los votos”. Sin quitarle razones a quienes así piensan, queremos decir que la política como tal es una ciencia, por tanto, la misma no se puede analizar con tanta simpleza como para pensar que el peso político de Miguel y su PRD, en el triunfo arrollador de Danilo Medina, apenas vale el moderado porcentaje que estos obtuvieron en las pasadas elecciones.
Otra lectura que le podemos dar al pacto Danilo-Miguel es que, si el PRD pacta con el PRM, como pudo suceder, entonces ese 5% alcanzado por ellos se pudo convertir en un 10% o un poquito más a favor del PRM y en contra de la reelección de Medina. Agregándole a esto el “factor plus” de la percepción mediática que sin duda es una variable bastante influyente en el público elector a la hora de tomar la decisión de ejercer el derecho al voto. De manera que el “no pacto” pudo crear un virtual empate entre Danilo y Luis. El gobernante no quería dejar cabos sueltos ni mucho menos rendirle culto a la espontaneidad política, por lo que debió amarrar muy bien lo suyo.
Los perredeistas ya son parte del Estado, están ejerciendo varias funciones administrativas y difícilmente se querrán bajar del tren gubernamental una vez se adapten al disfrute de las mieles del poder. Deberán crecer y multiplicarse, además demostrar con el ejercicio de sus funciones cuál será su conducta ante el manejo de la cosa pública. Danilo está cumpliendo su compromiso con bastante responsabilidad. Les ha entregado casi una docena carteras y puestos importantes en su gobierno. Los del PRD arrastrarán a muchos cuadros y dirigentes medios del PRM y trabajarán para diezmarlo hasta donde les sea posible, ya que sin dudas, su posible crecimiento estará sujeto a las erosiones que le puedan provocar a sus adversarios encabezados por Luis Abinader e Hipólito Mejía.
Por: Jesús Belén de la Cruz