Por: Jesús -Belén- de la Cruz
Director
Según la concepción materialista, la unidad y lucha de los contrarios constituye la médula y esencia de la dialéctica. Es así como se describe que las cosas y los fenómenos de la naturaleza llevan implícitas contradicciones internas, que son la fuente del proceso de desarrollo.
Aunque los forjadores de la filosofía marxista, basada en el materialismo histórico y contrapuesto a la metafísica, sustentaron sus criterios en la lucha incesante entre lo viejo y lo nuevo, como manera de describir su propuesta de transformar el viejo sistema capitalista por las nuevas ideas socialista; hoy queremos hacer un ejercicio meramente teórico conceptual para vincular aquellos lineamientos con una realidad del actual escenario político nacional.
En nuestro ensayo conceptual, Danilo Medina y Leonel Fernández serán los actores protagonistas, el Partido de la Liberación Dominicana (PLD) y la Fuerza del Pueblo (FP), jugarán el rol del escenario; los cuadros políticos de esos partidos, los actores de reparto, y a las militancias de esos colectivos les vamos a asignar el rol de los espectadores de ocasión.
Los movimientos, el desarrollo y la mutación constituyen la esencia de las cosas. Las contradicciones entre estos dos grandes líderes son el producto mismo de sus propias convicciones, lo que los lleva a pasar por los procesos que experimenta la materia como fenómenos que nacen, evolucionan y mueren.
Sin embargo, en el delicado y traumático proceso que conduce a la muerte a todos los fenómenos naturales, los convoca, casi de forma automática, a una lucha interna de supervivencia hacia la preservación de la vida, para lo que tienen que someterse a sí mismos a la unidad condicional, temporal y relativa entre ellos mismos.
El PLD fue sacado del poder, posiblemente por la salida impetuosa de Leonel Fernández de ese colectivo político para mutar con su nueva cepa, la Fuerza del Pueblo. La experiencia fue interesante, la demostración de fuerza bastante lesionadora; pero, sobre todo, los resultados fueron extremadamente traumáticos.
Ahora, Danilo y Leonel (como el Yin y el Yang) están fuera de la administración del Estado. Luis Abinader y el Partido Revolucionario Moderno (PRM) aprovecharon la intensa contradicción entre ellos, por su gran calado, y se alzaron con el triunfo de las pasadas elecciones.
En las pasadas elecciones municipales, congresuales y presidenciales, cuando se bajó el telón, ambos actores habían quedado diezmados y debieron someterse a urgentes procesos de retoques, recomposición y revisión de sus estrategias en cuanto al manejo de crisis. Por lo menos, es lo que se puede ver por ambos lados.
En la actualidad, cuando miles de peledeístas han sido sacados de la administración pública y Luis Abinader no parece haberle cumplido a Leonel ciertas promesas acordadas, dirigentes altos y medios de ambos partidos se plantean la necesidad de posibles acuerdos condicionales con miras al próximo evento electoral del año 2024.
Danilo y Leonel, encarnando su papel de contrarios, pudieran estar tentados a formalizar algunas alianzas a futuro para recuperar los espacios perdidos producto de su agresiva lucha interna.
El haber gobernado 12 y 8 años es razón más que suficiente para reconsiderar su gran compromiso con la historia y entender que sus seguidores no son eternos y como los procesos de la naturaleza, experimentan cambios constantes.
Los hombres de la estirpe de Leonel y Danilo no les huyen a las contradicciones, por el contrario, son atraídos por ellas, de la misma forma en que dos polos contrarios se atraen para producir energía: del choque nace la luz.
A sabiendas de que la unidad de los aspectos contrapuestos no es una unidad inmóvil, y que la misma es el fruto de la propia lucha interna, es posible que el tiempo y las actuales condiciones política les estén recomendando a estos dos colosos de la política un acercamiento inclusivo para producir resultados favorables con carácter estatal.
Este planteamiento adquiere carácter de lógica dialéctica, de la misma forma que el pensamiento materialista establece que “los polos positivos y negativos son tan inseparables uno del otro, así como son de contrapuestos”.
En todo el país, recorriendo diversas estructuras y dinámica sociales y políticas, se puede apreciar a danilistas y leonelistas expresando sus contradicciones, de la misma forma como si ambos sectores sintiesen en su interior una poderosa fuerza de atracción que los convocara a un pacto circunstancial para poder alcanzar un objetivo común: retomar la dirección del Estado.
Estamos hablando de separar los sentimientos personales de la realidad política y social, que nos lleva necesariamente a una terrible realidad económica, la misma que nos presenta el ocaso de una crisis hasta el momento de consecuencias impredecibles.
Danilo y Leonel saben muy bien que la vida misma es un proceso de contradicciones constantes. La extinción y la renovación de las células es una condición de la propia vida de los organismos. Razones estas que nos llevan a concluir que “la vida es una contradicción que se crea y se resuelve incesantemente”.
El PLD se concentró en su IX Congreso José Joaquín Bidó Medina y la FP hizo lo propio, aunque de manera virtual, con su Primer Congreso Profesor Juan Bosch; pero al parecer algunos estarían pensando, en materia matemática, en pasar al momento de la suma y dejar a un lado la división.
Estoy plenamente convencido de que Danilo y Leonel lograrán leer esta acertada opinión. De no llegarle de manera directa, aseguramos que ciertos soldados y generales de sus ejércitos en guerra lo leerán y se lo compartirán; incluso, algunos osados de cierta cercanía les podrán recomendar el pensar, aunque sea por un momento, en esta centenaria, pero lógica teoría de “la unidad y lucha de los contrarios”.
Loading ...
