El llamamiento urgente realizado el pasado miércoles por la Comisión Europea para que los países de la UE adopten antes de las próximas elecciones europeas las nuevas normas en ciberseguridad no debería caer en saco roto ni ser considerado como una mera declaración política de intenciones. Se trata de una advertencia concreta ante una amenaza real tal y como han constatado varios Gobiernos y organizaciones internacionales como la OTAN.
Los ataques terroristas mediante el uso de la informática ya no son algo perteneciente a un mundo literario o cinematográfico. La alerta de “riesgo crítico” lanzada también el pasado miércoles en España por la Guardia Civil refleja una situación de la que, probablemente, no es plenamente consciente gran parte de la sociedad. La comparecencia en el Congreso de los Diputados del alto responsable de la jefatura de información de la Guardia Civil, Luis Fernando Hernández García, fue particularmente reveladora. Su inusual crudeza, el reconocimiento de que pueden darse situaciones “extremadamente complicadas” y el anuncio de que hay grupos terroristas yihadistas cuya actividad en este campo ya ha sido detectada, obligan a la adopción de medidas urgentes de ciberprotección e, idealmente, a la realización de un trabajo de previsión de futuras vías de amenaza. “Lo que hay es preocupante”, fueron las últimas palabras, de las que conviene tomar nota, de Hernández García a los diputados.
El ciberataque sufrido el mes pasado por la Organización para la Prevención de las Armas Químicas (OPAQ) es un buen ejemplo del nuevo escenario en el que se mueven las agresiones. Y lo es tanto por la naturaleza del objetivo —una organización internacional con información muy delicada— como por el origen del ataque. La OTAN, Reino Unido y Holanda —país donde se encuentra el organismo— señalaron directamente al servicio de inteligencia ruso. Del mismo modo, Londres ha acusado formalmente a Moscú de realizar una serie de ciberataques a escala global con el objetivo último de socavar el funcionamiento democrático de varios países. Con el horizonte de las elecciones al Parlamento Europeo del próximo mayo esta acusación, junto al llamamiento de Bruselas, cobra una dimensión especial.
Es importante señalar que, como en el caso de otro tipo de amenazas terroristas, Gobiernos e instituciones lideran las iniciativas, pero es necesaria la implicación de la sociedad en su conjunto para que la protección resulte efectiva. Esto va desde las empresas a los usuarios particulares cuyo comportamiento poco prudente en Internet les puede convertir en involuntarias herramientas de acciones hostiles.
Fuente: El País