China y Argentina refuerzan su cooperación financiera. Los bancos centrales de ambos países han pactado una ampliación del crédito de intercambio de divisas, conocido en inglés como swap, por un valor de 60.000 millones de yuanes (unos 8.650 millones de dólares). La cifra se suma al monto ya negociado por la anterior administración de Cristina Fernández de Kirchner, que rubricó un acuerdo similar por otros 11.000 millones de dólares en 2014 en pleno drenaje de las reservas de divisas del país latinoamericano. El escenario actual también es complejo: el peso ha perdido la mitad de su valor desde enero y la inflación se ha disparado por encima del 40% anual.
La ampliación del acuerdo fue confirmada este jueves en Pekín por el presidente del Banco Central de Argentina, Guido Sandleris, en el marco una visita de una delegación de alto nivel del ejecutivo de Mauricio Macri.“Estamos pendientes de solamente algunos aspectos formales”, aseguró Sandleris. Es probable que la rúbrica oficial se produzca durante la próxima visita del presidente chino, Xi Jinping, a Argentina, prevista en el marco de la cumbre de jefes de Estado del G-20 a finales de mes en Buenos Aires.
En la práctica, el swap supone que ambos organismos establecen el compromiso de intercambiar en el futuro sus divisas locales por una cantidad límite determinada. Argentina, bajo previa autorización de Pekín, podrá activar este mecanismo y usar esos yuanes adicionales para amotiguar el impacto de una crisis cambiaria, pagando eso sí un interés que el alto cargo argentino no especificó. Para China, el monto prestado es insignificante en comparación con el total de reservas de divisas que amasa, de algo más de 3 billones de dólares, y le permite seguir con su estrategia de internacionalizar su divisa, el yuan, como moneda de reserva útil para otros bancos centrales.
“El swap facilitará el comercio entre ambos países y reforzará nuestras reservas internacionales de divisas” dijo Sandleris, que trató de despejar las dudas sobre cualquier otro uso de los fondos: “El canje vigente no está relacionado con la financiación del Tesoro y tampoco lo está la expansión de este”, aclaró.
La ampliación del acuerdo con China llega semanas después de que Argentina haya acordado una ampliación del rescate financiero con el Fondo Monetario Internacional (FMI) por 57.000 millones de dólares. Durante la gestión de Luis Caputo, predecesor de Sandleris como titular del Banco Central, Argentina cerró de palabra con China una extensión del swap negociado durante el kichnerismo, pero faltaba la firma. El regulador monetario argentino tiene hoy 70.000 millones de yuanes en sus reservas, equivalentes a 10.100 millones de dólares. La suma representa casi un quinto de las reservas internacionales totales de Argentina, que al cierre de las operaciones del miércoles sumaban 54.486 millones de dólares.
El costo de la crisis cambiaria ha sido muy alto para el país sudamericano. En julio pasado, antes del pico de la crisis, el Banco Central atesoraba 61.300 millones de dólares. En el camino quedaron más de 6.800 millones de dólares, una cifra que alcanza toda su dimensión cuando se tiene en cuenta que está amortiguada por dos desembolsos del FMI por más de 20.000 millones de dólares.
Los yuanes chinos llegan ahora para dar músculo al Banco Central en la batalla contra la depreciación del peso y su cara más visible, la inflación, que se ha disparado por encima del 40% anual. Sandleris defendió la puesta en marcha de una política monetaria restrictiva “para atacar las raíces del problema de la inflación”, aunque su efecto, advirtió, “no será inmediato”.
La subida de los precios es sin duda el desafío más grande que enfrenta Macri, cuando falta menos de un año para las elecciones que definirán su reelección. El Gobierno se ha comprometido ante el FMI a no emitir moneda para secar de pesos argentinos la plaza local y neutralizar los excedentes que puedan ir a la compra de dólares. La estrategia se completa con la emisión de bonos del Estado en pesos, llamados Leliq, a una tasa de interés de hasta 75%.
Los daños colaterales de la reducción de la masa monetaria y tasas por las nubes tienen un impacto recesivo que ya se siente en la calle. El octubre pasado, la actividad industrial cayó 11,5% interanual, el desempleo subió en el segundo trimestre hasta el 9,6% -la tasa más alta en 12 años- y el PIB caerá en 2018 por encima del 2% al cierre de diciembre. Macri apuesta a que las cifras mejoren a partir del año que viene.
Fuente:El País